viernes, 22 de febrero de 2019

Hipoglucemia a la tórtrix

Yo me combato la hipoglucemia comiendo tórtrix, me dijo mi amigo, muy seguro de sus palabras.

Dicen que cuando se juntan dos orientales siempre surgen nuevas charadas que, con el tiempo, cobran vida en la oralidad popular. Y es que, dicharachero como es, el oriental nunca se queda callado; siempre encuentra algún recurso lingüístico e incluso burlesco, para estar a tono con la conversación del grupo. Mi madre, oriental de pura cepa, me decía: la cosa es no quedarse con el hocico callado. Hay que hablar hasta con las piedras, mijo.
Algo así sucedió en casa de unos amigos muy queridos, donde coincidimos con Rolando Sett, un oriental que, a ciencia cierta no sé si es un chino que nació en Zacapa o un zacapaneco que nació en China, como dicen que los zacapanecos nacen donde se les pega la regalada gana, uno ya no sabe a qué atenerse; bueno, de todos modos es un oriental hecho y derecho, con su respectiva dosis de humor en su arganilla (así se les llamaba a las bolsas hechas de pita de maguey en tiempos remotos).
A propósito de orientales, Mario Roberto Morales cuyo padre era oriundo de Chiquimula, me contó una vez que a su tía le presentaron un amigo que venía de la China. Mire tía, le dijeron, este es fulano de tal, es oriental. Ella, con un dejo de suspicacia respondió: oriental soy yo, él es chino. A propósito de Mario Roberto, una vez me preguntó si ya sabía la definición de beso. Un paisano de Quezaltepeque había elaborado una buena explicación al respecto. Le respondí que no. Me contó la siguiente definición: beso es un sujeto que sujeta a una sujeta con su jeta. Claro que ahora con la democratización del amor, también puede ser un sujeto que sujeta a otro sujeto con su jeta, o bien, una sujeta que sujeta a otra sujeta con su jeta. La idea es esa.
Pero volviendo a mi encuentro con Rolando Sett, sucede que comenzamos a hablar de muchas cosas, y casualmente, de enfermedades. En ese momento, ambos teníamos temblor de manos por supuesta falta de alimento. Coincidimos en que padecíamos de hipoglucemia, esas bajas de azúcar en algunos momentos del día. Yo le dije que a mí me funcionaba, para aliviarla, mezclar en medio vaso de agua tres cucharaditas de azúcar y beberme la pócima. Mirá Carlos, no me lo vas a creer, yo me combato la hipoglucemia comiendo tórtrix, me dijo mi amigo, muy seguro de sus palabras. Entonces vos padecés de hipoglucemia a la tórtrix, le dije. Todos reímos con la ocurrencia.
Pero la verdad, es que ese día ambos nos combatimos la enfermedad con un sabroso tamal que nos invitaron nuestros amigos. Es la ventaja de visitar a los amigos el día sábado, calculando la hora de la cena. En la sobremesa continuamos haciendo un inventario bastante extenso sobre las comidas típicas de Zacapa y Chiquimula, donde abundaron buenas pasadas y anécdotas, muy típicas de la vida de Oriente. La verdad es que, cuando se juntan dos o más orientales, la vida reverdece y florece.
Carlos Interianohttps://dca.gob.gt/noticias-guatemala-diario-centro-america/wp-content/uploads/2019/01/CARLOS-INTERIANO.png

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