viernes, 22 de enero de 2016

AQUELLOS AÑOS DIFÍCILES

Publicado en el Diario de Centro América el 22 de enero de 2016


¡Y qué decir de otras instancias como la G2, el Estado Mayor Presidencial y grupos paralelos que propiciaban la violencia organizada!

La reciente captura de dieciocho militares señalados de participar en las masacres en los años del conflicto armado, traen a la memoria las múltiples facetas de un estado sitiado. Por un lado, el ejército como un actor protagónico que dirigía abiertamente las operaciones militares de combate a la insurgencia. Por otro lado, los grupos alzados en armas con su agenda propia de presencia político militar. ¡Y qué decir de otras instancias como la G2, el Estado Mayor Presidencial y grupos paralelos que propiciaban la violencia organizada! La sociedad virtualmente estaba partida en dos; y en el medio, la ciudadanía de a pie que no tenía vela en dicho entierro.

Sin embargo, esos grupos de guatemaltecos que vivían su propia tragedia social eran precisamente las víctimas de un enfrentamiento armado interno cuyas causas no respondían exactamente a sus intereses ciudadanos sino eran más bien, el resultado de intereses hegemónicos y cuyo caldo de cultivo encontró su mejor expresión en un movimiento guerrillero que pretendía representarlo, y en una institución armada dispuesta a mantener el statu quo, bajo las líneas de la contrainsurgencia latinoamericana alimentada por los Estados Unidos. Rusia y Cuba hacían lo suyo con los alzados en armas.

Hay muchas anécdotas que contar de aquella época sangrienta. Era tal el control del ejército en la sociedad guatemalteca que las instituciones mismas estaban virtualmente sitiadas. Recuerdo una vez, con mis estudiantes de fotografía decidimos ir a fotografiar el palacio nacional como una actividad de aprendizaje. Una vez situados frente a este monumento comenzamos a tomar las fotografías y a los cinco minutos llegaron tres soldados que, en tono amenazante, nos desalojaron del área, no sin antes empujarnos y maltratarnos con palabras soeces.

Por eso, cuando algunos críticos afirman que no se ha avanzado en el cumplimiento de los Acuerdos de Paz, yo les recuerdo cómo se vivía antes de la firma de estos y cómo se vive ahora. Es cierto que en algunos aspectos Guatemala se ha estancado o incluso ha retrocedido. Es cierto también que en términos de violencia, el país está sumergido en la delincuencia común, el narcoterrorismo, pero podríamos decir que no es la violencia propiciada desde el estado; son la excepción a la regla. Por otro lado, el ejército permanece en los cuarteles y se han reportado muy pocos casos en los que elementos, de forma aislada, han cometido atropellos contra la ciudadanía.


El solo hecho de poder manifestar nuestra opinión de manera abierta y sin censura, desplazarnos en los lugares públicos para reclamar nuestros derechos sin temor a ser reprimidos, luchar frontalmente contra la corrupción y otros males del estado, son algunas expresiones de ciudadanía que antes no teníamos. El hecho de accionar contra aquellos que consideramos culpables de los atropellos a la vida y la dignidad humana cometidos en el pasado es también una muestra de que la firma de la paz en 1996 no fue un hecho en vano.

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