viernes, 11 de julio de 2014

Víctimas del destierro

Publicado en el Diario de Centro América,  el 11 de julio de 2014

En sus espaldas llevan la huella lacerante del destierro y del olvido social.


Desde que los medios de comunicación convirtieron a los niños migrantes en un producto informativo, este tema ha llenado decenas de páginas de periódicos, cientos de minutos de cobertura por radio y televisión y miles de comentarios en las redes sociales.
El fenómeno de los niños migrantes es una de tantas realidades que no se visibilizan a diario por los medios de comunicación y menos aún por la ciudadanía que, encerrada en su burbuja de preocupaciones personales, no ve más allá de su nariz.
La migración de miles de niños y niñas es una especie de destierro inducido por diversas causas y con múltiples efectos, a tal grado que se hace necesario construir una especie de "sociología de la niñez migrante" para tener una radiografía completa que nos permita ver el problema en sus diferentes aristas y evitar así el error de creer que es solo un problema de desintegración familiar, falta de empleo, extrema pobreza, coyotes abusadores, o simplemente, por una sed de aventura de los pequeños.En Guatemala convivimos a diario con un problema al que los medios le dan poca cobertura, no obstante, ser una herida lacerante en el costado de la patria. Se trata del fenómeno migratorio del campo a la ciudad, en cuya avalancha se estremecen cientos de niños y niñas de diferentes edades. Basta con caminar sobre las calles del Centro Histórico, para percibir muchos grupos de niños que se arremolinan pidiendo limosna o "trabajando" en las esquinas como limpiadores de vidrios, dragones ambulantes y cualquier otra manera de obtener exiguos recursos para subsistir.
En los mercados cantonales los vemos vendiendo pequeñas cosas. En los parques y calles de la ciudad los vemos lustrando, vendiendo billetes de lotería, cuidando carros, o bien, delinquiendo en una actitud desesperada de sobrevivencia. Algunos de ellos se prostituyen como una manera de "no robar porque eso es pecado".
Yo he conversado con muchos de ellos y todos tienen un común denominador: son migrantes internos, provenientes de los lugares más apartados del país, allá donde ni el sol penetra porque el gran capital pasa la factura. Son víctimas del destierro producido por falta de trabajo y sin condiciones dignas de vida, resultado de una falta de desarrollo integral como país. Un país sin planificación y sin visión de futuro. Cada día vivimos la coyuntura o de lo que Dios nos provea.
Cada mes voy a ver a mi mamá allá en una aldea de los Cuchumatanes, me decía el otro día un niño lustrador. A sus 13 años, en la capital vive solo en un cuarto que alquila en los barrancos de la ciudad. En su espalda lleva la huella lacerante del destierro y del olvido social. No esperemos de él un ciudadano íntegro mañana, si no hacemos algo hoy para rescatarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Poema: LAS RANAS Y LOS GRILLOS

El periodista Carlos Enrique Morales Monzón produjo esta versión de mi poema Las ranas y los grillos. Se los dejo