sábado, 21 de septiembre de 2013

Lateralidad del poder

Publicado en Diario de Centro América el 19 de septiembre de 2013




Imagen tomada de Google.com


Un jefe puede tener mucha autoridad pero poco poder.Después de todo, el poder no es tan malo.

¿Alguna vez ha sido usted el punto donde se concentran todas las demandas o quejas de sus compañeros de trabajo? ¿o le han solicitado consejo, protección, o simplemente una sonrisa? Indudablemente es usted una persona poderosa. 

El poder no es ese nombramiento que viene de una autoridad superior y que lo convierte en jefe de la noche a la mañana. Es el reconocimiento, por parte de quienes le rodean, de un liderazgo que, aunque usted no se lo haya propuesto, de hecho tiene. Alrededor de este poder se cifran las esperanzas de quienes le rodean en cuanto a resolver problemas, o simplemente, “pasársela bien”.

Foucault define el poder como un “conjunto de relevos e instancias que están ligadas a los conceptos de jerarquía, control, vigilancia, prohibiciones y coacciones”. 

Por su parte, Korda explica que todo cuanto hacemos cotidianamente está revestido de poder, es decir, de un objetivo o propósito, ya sea personal o institucional. Incluso el juego del sexo, dice Korda, es el ejemplo más simple y concreto de cómo el ser humano prueba y ejerce su poder.

Las personas poseen poder en la medida que controlan 3 aspectos fundamentales que constituyen la base fundamental de este. Primero, resolver los problemas cotidianos de sus compañeros o amigos. Segundo, capitalizar, de su entorno, la mayor cantidad de información posible. Tercero, la poca posibilidad de ser sustituido por otra persona. Si una de estos aspectos falla, el poder se esfuma o se debilita considerablemente. Por esta razón se asegura que el poder no puede delegarse, no puede transferirse. La autoridad sí puede transferirse delegarse. 

Un jefe puede tener mucha autoridad pero poco poder. Este es un proceso de asimilación de valores y de reconocimiento social. Puede ser que usted no sea el jefe de su oficina o de su núcleo social, pero si tiene esas tres características antes señaladas, indudablemente es usted una persona poderosa; y no le queda más que asumirlo y disfrutarlo. Después de todo, el poder no es tan malo.

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