lunes, 25 de mayo de 2020

TRAVESÍA


El salitre de la soledad se ha posado
en este cuerpo.

Este cuerpo que antes era bañado en las
aguas bravas de mil mares juntos.
Este cuerpo que respiraba el encanto
de algas marinas en las horas
profundas de la vida. Este cuerpo que
fue jinete y corcel al mismo tiempo.
Este cuerpo que era ajeno al desdén y
a la mentira. Este cuerpo que era
santo y rezo en una iglesia cubierta
de ambrosías. Este cuerpo bañado
de promesas. Este cuerpo habitáculo de
los ojos calcinantes de la noche.

Pero este cuerpo se ha cansado.

Este cuerpo se ha infectado con los
vidrios rotos de miradas frías. Este
cuerpo es ahora mandrágora en los
ojos que ayer fueron refulgentes olas
de marinas brisas. Este cuerpo se
queda quieto como una playa de mar
incrustada en cada poro sin olas y sin
aliento. Este cuerpo se ha vuelto
quebradizo como una escarcha de
viento en una noche de invierno.

Este cuerpo ya no pelea sus batallas.

Se rinde y se ancla por los siglos
del camino.
                   c.i.

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