viernes, 30 de junio de 2017

SALUTACIÓN A CHIQUIMULA



-En su 196 aniversario, 29 de junio-

Dr. Carlos Interiano

Honorables autoridades municipales
Distinguidas autoridades universitarias
Distinguido público que nos acompaña
Buenas tardes

¡Qué grande eres, pequeña patria mía! ¡Solar sempiterno que dio cobijo a mis sueños de infante, de adolescente, de adulto! ¡Qué grandes los baluartes que forjan la empuñadura de tu estirpe, pequeña patria, Chiquimula, tierra de jilgueros!

Surgiste al estatus de Ciudad, aquel 29 de junio de 1821, por decisión de las Cortes de Cádiz de España. Mas, tu abolengo como centro cultural y económico de la región se remonta al momento mismo en que se produce el choque de las dos culturas hegemónicas que han pervivido por varios siglos: la cultura maya-chortí y los invasores españoles, quienes forjaron en esta región oriental uno de los principales enclaves culturales de toda Latinoamérica.

El tiempo es el mejor bálsamo para el olvido. Y de aquel choque cultural surgió una nueva manera de construir un ser social que nos caracteriza a los chiquimultecos, y en términos generales, a todos los habitantes del oriente del país. De España heredamos la franqueza, la fluidez en la conversación, la espontaneidad de nuestros actos, el sentido del humor; de los chortís heredamos el estoicismo para afrontar nuestros problemas y un sensacional apego a la tierra.

Ser chiquimulteco hoy, significa tener un sentido de pertenencia y sello indestructible de las raíces que formó el sincretismo cultural maya-chortí y español; y no es el color de la piel, ni las características físicas los principales signos distintivos. Es nuestra manera de hacer, de ser y de estar en Chiquimula, y tejer de sus valores, de sus colores, de sus sabores, de sus olores, un sello que nos es identitario. Ya lo decía Voltaire: “¡Cuán querida es de todos los corazones buenos su tierra natal!”.

De aquel sincretismo cultural, el oriental postcolonial tiene un perfil cuyas características más sobresalientes son, por supuesto, compartidas por los chiquimultecos. En este sentido, interactuamos con modismos, costumbres, giros lingüísticos, chistes, relatos, anécdotas, humor consuetudinario, un manejo altamente afectivo de nuestras relaciones, las mismas prácticas sociales, códigos estéticos afines, similares actitudes y conductas frente a la vida; en fin, una fisonomía que nos retrata como “oriundos de una misma región oriental”.

Han transcurrido desde aquella decisión histórica de las Cortes de Cádiz, 196 años de existir como Ciudad. Eres, querida Chiquimula, una respetable comunidad que ha cultivado en los entramados de su historia, un portentoso patrimonio cultural reflejado en tu quehacer educativo, literario, musical, político, comercial y en todos los órdenes de la vida ciudadana. Estos atributos te han merecido el título de “Cuna de la cultura de Oriente”.

Seleccionada por el general Justo Rufino Barrios, junto a la ciudad de Quetzaltenango, como los polos del desarrollo educativo en el país durante la Revolución Liberal, se funda en 1873 el Instituto Normal para Varones de Oriente, faro de luz de la intelectualidad guatemalteca y allende nuestras fronteras. Más tarde surgirían el Instituto Normal para Señoritas de Oriente y otras instituciones públicas y privadas que se han sumado a la encomiable tarea de trabajar sobre la cantera del pensamiento de hombres y mujeres de la región.

Por más de 196 años, tú has sido el centro cultural de Oriente, lugar añorado donde muchos jóvenes como yo, anhelábamos alcanzar para perseguir el sueño de ser maestros. Nunca podré olvidar mis días de estudiante en tu seno, lo cual me permitió tener una patria a quien amar; como decía Tagore: “La patria no es la tierra. Sin embargo, los hombres que la tierra nutre son la patria”. Y yo, un paria en la vida halló en tu gente y sus costumbres, un motivo para reencontrar mis raíces culturales.

En tus viejas calles empedradas de entonces, aprendí a caminar con paso seguro y mirar hacia el futuro sin incertidumbre; en tu clima encontré el calor humano que me convirtió en hombre nuevo; en las costumbres y trato afable de tu gente aprendí el secreto que ser chiquimulteco es ser esencialmente sincero, directo, alegre, solidario. Cuando un chiquimulteco habla lo escucha todo el mundo, porque no tiene nada que ocultar; de este tamaño es la relación franca que establecemos con nuestros semejantes.

A través de los años, y como producto de un natural desarrollo socioeconómico de la región, poco a poco aquellas casas solariegas han ido convirtiéndose en construcciones respetables a la altura de las ciudades más desarrolladas de Guatemala. En términos generales, tus hijos te han dotado de un vestido nuevo. En tu ambiente se respira un aire de pujanza económica como pocas ciudades del país, ubicándote como uno de los principales centros comerciales del Oriente. Con acertado tino, mi madre solía decir que, en Chiquimula, si piedras en dulce se hacen, eso se vende.

Hermosa Chiquimula, cuna de intelectuales que han dado brillo a las letras y la cultura en general. Crisol de hombres y mujeres valientes que han construido, a pulso y letra, un capital intangible de la Humanidad. En tus 372 kilómetros cuadrados cabe todo el esfuerzo y amor de tus habitantes por construir la pequeña patria, “La Perla de Oriente”. Séneca decía respecto a la patria: “Ninguno ama a la tierra porque es grande, sino porque es suya”. Y tú, eres sencillamente grande, “Maestra Eterna”. ¡Feliz 196 aniversario!


Muchas gracias.

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