viernes, 28 de noviembre de 2014

Racismo o doble moral

Publicado en el Diario de Centro América el 28 de noviembre de 2014



El paradigma racista que de manera subterránea subyace en la mayoría de ciudadanos.

Hace poco, Martín Banús, columnista del diario La Hora, publicó un artículo sobre el indígena, cargado de epítetos negativos y con una carga claramente racista. Banús logró su objetivo: que algún sector de la sociedad reaccionara y le dijera hasta de lo que se va a morir. El columnista puso el dedo en la llaga que lleva cinco centurias sin que asome una cura efectiva para sellarla de una vez por todas.
El discurso del columnista del diario La Hora es ni más ni menos que el paradigma racista que de manera subterránea subyace en la mayoría de ciudadanos, calcados en una sociedad conservadora, poco propensa al debate de altura, con un crítico interno que le encara a cada rato los "buenos modales" que debe observar al relacionarse en sociedad, pero que en la intimidad despliega con locura sus prejuicios y hace alarde de ellos.
"Los trapos sucios se lavan en casa", nos dicen, para esconder aquellas opiniones valorativas sobre la mujer, los indígenas, los pobres, los garífunas. Porque vaya usted a saber que así como existen prejuicios racistas, también los hay sexistas, clasistas. La gama es extensa.
A la niñez se le enseña una doble moral, la privada y la pública. "Ni se te ocurra decir eso en público porque te meten preso", escuché decir a un ladino que compraba frutas en el Mercado Central acompañado de su pequeño hijo, quien le preguntaba  a su padre "¿Y los indios se bañan? En la candidez del niño aún no cabía el rebuscado discurso de la doble moral.
¿Acaso en la esfera privada no se cuentan chistes sobre indígenas, garífunas, chinos, y hasta de "huitecos"? La doble moral se impone siempre, sonreímos de manera simulada, aunque por dentro sintamos una catarata de carcajadas. El yugo de la cultura dominante siempre se impone; y las víctimas de chistes sangrones son generalmente personas de escaso desarrollo económico, cultural y educativo. La sentencia lleva doble pena cuando se trata de grupos sociales sobre cuya cabeza ha caído todo el peso de la discriminación.
Escuché decir una vez en el discurso de un político que fue presidente de Guatemala "a nuestros indígenas debemos conservarlos y respetarlos", un eufemismo que conlleva un criterio racista y patriarcal.
El término "nuestros" encierra un concepto de pertenencia, como si se tratara de un objeto. Ese mismo político, en ejercicio de la presidencia le dijo a un grupo de garífunas de Livingston que había pedido audiencia: "Pasen adelante mis negritos".
Ejemplos de racismo, abundan. En un juego de argumentos previos Banús quiso poner en el tapete de la discusión la situación precaria en que vive la mayoría indígena de Guatemala. En dos columnas posteriores aclararía su intención.

Aunque para entonces, algunas voces que se acuestan santas y se levantas demoniacas gritaban a voz en cuello el discurso reivindicador que quizá el articulista quiso provocar a propósito. No lo conozco para preguntárselo.

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