miércoles, 14 de mayo de 2014

¿Deshonestidad académica? I

Publicado en el Diario de Centro América

La corrupción académica es un problema que nos compete a todos.

El ámbito académico se caracteriza por un libre flujo de ideas, algunas afines, otras contrapuestas. Algunas ideas surgen como pistas innovadoras que revitalizan el pensamiento; otras en cambio, se alzan en hombros de gigantes y dan un nuevo brillo a viejos conceptos, viejos modelos.

Se dice que no hay nada nuevo bajo el sol, una manera de explicar que las ideas se alimentan de ideas, algunas originales, otras no tanto. La originalidad es un concepto bastante amplio que denota una cualidad de modelo al concepto que se expresa. Sin embargo, esta cualidad de modelo, novedoso, original, no se asienta en el vacío. Es el resultado de un proceso de acumulación de datos, paradigmas, ideas que en el universo de lo simbólico, dan cabida a una nueva versión, es decir, un nuevo enfoque, o bien, una nueva mirada. Este principio de originalidad, se entiende, da marco a presentar al mundo una versión propia de un asunto.

En este maremágnum la academia se plantea cuán originales son los trabajos estudiantiles, la actividad docente, los centros de investigación, el enfoque de cada institución, la dinámica que produce la sistematización de carreras, cursos, clases, control de notas, prescripción de lecturas, sistemas de acreditación y tantas otras situaciones que se suscitan en la vida académica.

¿Qué tan original es lo que hacemos en las instituciones académicas? ¿Qué tanta investigación de laboratorio o de campo se produce que pueda dar un sello de originalidad a lo que se hace? ¿Cuántos profesores publican sus propios libros y dan cuenta pública de sus investigaciones relacionadas con las materias que enseñan? ¿Cuánta legitimidad hay en lo que predican? ¿Cuántas tareas estudiantiles son una copia textual de documentos encontrados en sitios de internet de dudosa reputación? A su vez, ¿Cuántos de estos autores citados produjeron ideas originales? ¿Dónde radica la originalidad?

Hoy día se discute en muchos ámbitos de la vida nacional el tema de la honestidad académica. Y esto es sano, muy sano. Sin embargo, en el contexto de esta discusión los académicos debemos asumir una posición lo más científica y objetiva posible, de manera que no proyectemos en los demás nuestras propias carencias, pues ciertamente no podemos señalar la paja en el ojo ajeno ocultando la viga en el propio.


El tema de la corrupción académica es un problema que nos compete a todos: estudiantes, profesores, autoridades e instituciones educativas y culturales y debe ser analizado de la manera más imparcial posible, sin que haya necesariamente héroes y villanos.

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