viernes, 4 de enero de 2019

Amigos en Facebook


No dejo de pensar en aquel verso de Matheus Kar y lo aplico a los amigos: “Ya pasaron los mensajes de cómo estás o cómo te ha ido”.

La vez pasada me decía una persona conocida, con cierta dosis de orgullo: ya llegué a los cinco mil amigos en Facebook. Mire qué cosas, le dije, yo, de los pocos amigos que tenía perdí uno este año, y estoy a punto de perder otro, por razones que no vienen al caso mencionar. Este fenómeno de las redes sociales constituye la metáfora actual de aquel espejito donde miraba su imagen la reina malvada en el cuento Blancanieves de los hermanos Grimm.
Con Facebook ocurre este fenómeno. Todos queremos ver en esta versión virtual del espejo, nuestra propia imagen, o al menos, una versión “ideal” de nuestro propio yo. Los más avezados en la selección de “amigos” virtuales han desarrollado su capacidad de selección de perfiles, es decir, no a todos se les da “el permiso” de ser amigos. Muchos quedan rechazados por el hecho de sospechar que son perfiles falsos, o simplemente porque no nos interesan sus actividades o no aportan suficiente información.

Lo cierto es que, de esa cuenta, abundan los amigos, ubicados en todo el orbe, gracias a la magia de internet. Al parecer, el término “amigo” ha sufrido en estos tiempos, una transmutación sustancial, una resignificación del concepto.
Hace algunos años, cuando se le preguntaba a alguien qué es un amigo, lo más seguro es que respondiera que es aquella persona que empalma contigo su propia personalidad: siente tus alegrías y tristezas, tus necesidades y tus realizaciones como ser humano. Cicerón lo decía con mayor enjundia: “Un amigo es quien en la prosperidad acude cuando es llamado, y en la adversidad, sin serlo”.
Hoy, al parecer, un amigo es un transeúnte de paso en nuestra vida, una persona sin rostro definido, un pasajero ocasional que no marca ninguna huella, y que, por lo tanto, constituye un fusible intercambiable. Algo así como: si te veo, no te conozco. Si me aburres, te borro de la lista de mis seguidores o te dejo de seguir. La magia de Facebook y de otras redes sociales llevada al plano de la amistad.
No dejo de pensar en aquel verso de Matheus Kar y lo aplico a los amigos: “Ya pasaron los mensajes de cómo estás o cómo te ha ido”. En su lugar, nuestros perfiles se saturan de chistes malsonantes, memes, vídeos de mal gusto. Esta visión light de la amistad está saltando hacia las relaciones sociales reales: frialdad, desparpajo, despersonalización, desinterés.
Habrá amigos de verdad, me pregunto. Creo que sí, pero estos se definen por la calidad de las relaciones que establecen con nosotros; aquellos que son capaces de soportar nuestros altisonantes estados de ánimo, pero que igual sonríen y celebran nuestras alegrías y que en muchos casos se convierten en nuestros consejeros y contribuyen con su acertado consejo a construirnos una ruta segura, un entorno saludable. Ciertamente un amigo es una casa donde podemos habitar sin temor a ser desalojados. Y esos quizá no estén en internet. Se cultivan en nuestro diario trajinar con esfuerzo y buena voluntad.
Carlos Interianohttps://dca.gob.gt/noticias-guatemala-diario-centro-america/wp-content/uploads/2019/01/CARLOS-INTERIANO.png

1 comentario:

  1. Gracias AMIGO por este comentario, saludos a su familia y a Matheus, otro amigo reciente a y todos los amigos y amigas comunes, cultivados fuera del face.

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El periodista Carlos Enrique Morales Monzón produjo esta versión de mi poema Las ranas y los grillos. Se los dejo