Publicado en el Diario de Centro América el 27 de enero
Conozco a los hermanos Morales, Jimmy
y Sammy, desde finales de los ochenta. Luego tuve la alegría de ser su profesor
en la maestría en Dirección de Medios de Comunicación en la Universidad
Panamericana, allá por el año 2 mil. Digo que fue alegría porque me daba gusto
ver cómo se les acercaba la muchachada a pedirles autógrafos. Ellos, siempre
alegres, risueños y atentos agradaban a sus fans con las respectivas firmas de
un libro, un cuaderno o simplemente, una servilleta de la cafetería. Como
estudiantes eran muy buenos y como personas, muy respetuosos y atentos.
El año pasado, durante el primer
trimestre, tuve la oportunidad de ser profesor de José Manuel, hijo del hoy
presidente Morales. Recuerdo que le comenté que su padre y tío, como
estudiantes me habían dejado una buena impresión. Le dije que esperaba lo mismo
de él. El tiempo se encargó de demostrarme que seguía el camino de su padre: un
muchacho respetuoso, humilde, esforzado, no obstante, el cúmulo de trabajo que,
según él, tenía, derivado de sus obligaciones como hijo del mandatario más sus
atribuciones en la empresa de comunicación familiar en la que laboraba.
Dicen que no es bueno meter las manos
al fuego por ninguna persona. Y quizá haya mucha razón en este consejo de
ancianos. Por lo tanto, no puedo dar fe de lo que ocurría con los Morales fuera
de las aulas universitarias. Tampoco soy juez ni nada que se le parezca para
juzgarlos. A través de sus películas sabía de su éxito como artistas de la
comicidad y la industria audiovisual.
Cuando saltó a la opinión pública el
caso de supuesta corrupción, en el cual se mencionaba el nombre de Sammy y José
Manuel, recuerdo que ellos acudieron al Ministerio Público a dar su
declaración, no obstante que aún no se les había citado. En ese momento, el
propio presidente Morales dio una declaración en la cual informaba sobre el
infortunio y aseguraba que sería respetuoso del debido proceso. Creo que se ha
mantenido al margen de interferir en el sistema de justicia.
Pero sucede que, en días pasados, con
un despliegue de fuerza policial fueron conducidos a los tribunales tío y
sobrino, implicados en este problema. Los medios de comunicación, como sucede
siempre, vieron en este hecho, la oportunidad para convertir en mercancía
barata, la noticia.
Pero lo más lamentable es que la
jueza encargada del caso, les dictó orden de prisión preventiva. A pesar de no
ser abogado, sé que este recurso legal se aplica a aquellos individuos de los
cuales se sospecha que podrían fugarse. En el caso de Sammy y José Manuel ¿se
habrían fugado teniendo como familiar cercano al propio presidente de la
República?
Repito, no juzgo si son culpables o
inocentes de los delitos que se les imputa. Simplemente considero que hubo
exceso de poder al aplicarles una medida que bien pudo ser sustituida por
prisión domiciliar en tanto aclaran su situación legal. Quizá en el actuar de
la jueza hubo temor a lo que diga la prensa, el MP o la Cicig misma, no
obstante que el comisionado Iván Velásquez declaró que los hoy señalados no se
beneficiaron económicamente del caso.
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