A José María (Pepe)
Samayoa Escutia,
Chiquimula,
1970. Muerte injusta.
una avenida de piedras es todo lo que
guardo en mis alforjas raídas
un sol que nos empapa nuestra piel de
un sol que nos empapa nuestra piel de
adolescentes
unos ojos que reflejan toda la luz
unos ojos que reflejan toda la luz
mortecina y la devuelven al rostro
hecha un copo de tibieza
cuántas tardes languidecen y se las
cuántas tardes languidecen y se las
traga la noche y en el torreón de los
sueños se desgranan los recuerdos
las risas y las canciones que la acera
las risas y las canciones que la acera
presenciaba como un secreto de
siglos que no se borra del alma
en las piedras que llevaban el peso de
en las piedras que llevaban el peso de
nuestros sueños surgieron promesas
rotas que el tiempo se fue llevando y
en esta piel agotada tan solo queda la
en esta piel agotada tan solo queda la
huella de los fantasmas añejos de la
segunda
avenida