Publicado en el Diario de Centro América el 24 de febrero
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Me pregunto si no sería más inteligente acercarse a estas propuestas
educativas y aprender de ellas lo innovador de sus programas.
Hace poco fui
invitado por la escuela de negocios National
Business Administration –NBA- a impartir un curso en el doctorado en
Administración de Negocios cuyo programa tiene el aval de una universidad
norteamericana, más no del Consejo de Enseñanza Privada Superior –CEPS-. Debo
admitir que acepté el curso más por curiosidad ya que en el ámbito
universitario los programas de formación superior no reconocidos por la
legislación nacional han despertado suspicacia y señalamientos a veces
lapidarios, sin conocer cómo funcionan por dentro.
No está de más
indicar que me invitaron a visitar las instalaciones ubicadas en el edificio
Tikal Futura. En síntesis puedo comentar la siguiente impresión: condiciones
físicas, de primera; condiciones tecnológicas, de primera; ambientación, de
primera; calor humano, de primera.
Pero lo que
más me causó una sana impresión fue el nivel de rendimiento de los estudiantes.
Los medí con los mismos parámetros que he aplicado en mis cursos en otras
universidades nacionales. Ellos demostraron una altísima calidad académica que
no envidia en nada a los mejores estudiantes de programas de doctorado reconocidos
en el país. La total entrega en el cumplimiento de tareas, lecturas sugeridas,
investigaciones, participación en la clase son solo algunas muestras de su
enorme productividad.
Debo admitir
que esta experiencia me cambió la perspectiva en relación a estos programas no
controlados por el CEPS y sinceramente considero que son esfuerzos privados que
en vez de ser vilipendiados debieran ser apoyados y fortalecidos, aplicando
aquellos mecanismos que permitan su coexistencia armónica con las universidades
nacionales, en virtud que están contribuyendo desde la iniciativa privada con el
desarrollo educativo. De sobra sabemos que existe un significativo déficit en
la educación superior.
Por cierto,
estos esfuerzos privados están conectados directamente con lo más avanzado de
la tecnología, la perspectiva científica y las novedosas tecnologías de la
educación apoyadas por las TICE. Los estudiantes tienen altas competencias
tecnológicas, navegan en las redes como si nadaran en una piscina olímpica.
Me pregunto
si no sería más inteligente acercarse a estas propuestas educativas y aprender
de ellas lo innovador de sus programas, al mismo tiempo que se les otorgue
los mecanismos legales para legitimar su
existencia como instituciones de educación superior. ¿Qué no pueden colegiarse
sus egresados? ¿Quién necesita colegiarse cuando puede desempeñarse libremente
en una empresa con capacidades suficientes para ello?
Quizá algunos
programas de esta naturaleza no tengan la estatura académica del caso que aquí
comento. Tal vez haya mucha brosa en el camino, y por supuesto, no descarto que
se vendan títulos como vender pasteles; de todo hay en la viña del Señor, dice
el refrán. Este no es, por cierto, el caso de NBA. ¡Bien por sus autoridades,
su cuerpo docente y sus estudiantes!