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No es que el gugleo
sea malo per se; lo es, que se tome como la única fuente de consulta.
Cuando nacieron las primeras bibliotecas, la humanidad dio un gran salto en su evolución; el pensamiento desarrollado por las personas dedicadas al trabajo intelectual quedó plasmado en volúmenes de inmenso valor. Estos primeros textos eran manuscritos. Luego llegó la imprenta y se provocó otra importante revolución en la conservación del pensamiento. Por más de 500 años, el imperio del libro ha hecho sentir su presencia en todo el mundo. Fue la época de la cultura análoga, pasando de lo más rudimentario, como fue la imprenta de Gutenberg, a lo más sofisticado, como son los modernos procesos de impresión.
Millones de imágenes y textos escritos dieron cuenta del avance humano por los caminos de la ciencia y la cultura en general. Las viejas bibliotecas y centros de documentación son grandes repositorios del paso del hombre por el mundo, y su huella indeleble en los anales de la historia.
El avance de la comunicación masiva, que comenzó con la consolidación de la prensa escrita, el surgimiento de la radio y la televisión, a inicios del siglo pasado, marcaron otro hito en la cultura: millones de imágenes impresas y audiovisuales marcaron una era que algunos pensadores han llamado “era de la imagen”. Sin embargo, sus procesos seguían siendo análogos.
En la cuarta parte del siglo XX se comienza a instaurar otra gran revolución. La era digital, cuya máxima expresión hoy día se conoce como cultura virtual. Pasar de lo análogo a lo digital fue ya un inmenso salto en las comunicaciones; pero dar el salto a la virtualidad nos coloca en la cresta de esta nueva era.
Hoy día es impensable que un ser humano no acuda a la virtualidad para resolver sus problemas cotidianos, no digamos, los de alto nivel. Allí están acumulados los vastos acontecimientos sociales, científicos, artísticos, políticos, económicos, etc. Todo ello, bajo el común denominador de Big data. Existen muchos buscadores virtuales que facilitan la vida, produciendo diversos efectos, tanto positivos como negativos. Cada buscador forma parte del pastel financiero del mundo.
Si bien es cierto que todo esto nos ha ayudado, también lo es que ha transformado nuestra capacidad relacional. En muchos casos nuestros congéneres se han quedado en su zona de confort, haciendo muy pocos esfuerzos por entrenar sus habilidades de consulta en libros y documentos físicos, y acuden a la solución más inmediata, aunque no por ello, más fiel: guglear. Conozco el caso de un profesor universitario a quien sus estudiantes le dicen “Profesor Google”, porque cualquier consulta que estos le hacen la resuelve acudiendo a este buscador virtual.
Se sospecha que el gugleo, como se le conoce, está reduciendo la capacidad intelectiva de los seres humanos, especialmente de los niños, quienes creen que es la única fuente del conocimiento. No es que sea malo per se; lo es, que se tome como la única fuente de consulta, abandonando las enormes posibilidades que ofrecen los buenos libros y los centros de documentación científica.