Publicado en el Diario de Centro América el 23 de enero de 2015
Poco les faltó decir:
vengan, instalen aquí sus empresas, tenemos trabajadores gratis.
Recientemente se anunció con bombos y platillos que en cuatro
municipios del país se establecería el salario mínimo en Q1500, a iniciativa de
sus respectivos alcaldes. La medida tiene como propósito atraer inversiones, procurando
que en estos lugares se asienten empresas que puedan contratar mano de obra que
se encuentra en condición de desempleo.
Si tomamos en cuenta que el costo de la canasta básica a
enero de 2015 ronda los Q3500, el salario mínimo establecido en ese convenio
alcanzaría para comprar menos de la mitad de dichos alimentos, algo así como
desayunar y cenar y pasar de largo el almuerzo.
Es indudable que dichos “acuerdos” se tomaron con una lógica
empresarial que no respeta la dignidad humana y en la cual los más necesitados
seguirán igual o peor. Bajo la lógica empresarial se procura una mayor
rentabilidad del capital invertido, procurando una plusvalía grotesca muchas
veces multiplicada por sobre el margen tolerable de ganancia que puede tener
una actividad económica. Mire usted lo que está sucediendo con la baja a los
combustibles, la cual algunos expertos indicaron que provocaría una disminución
en el precio de la canasta básica pero ha sucedido todo lo contrario, esta ha
tenido un alza en los últimos días.
La lógica del capital es absurda, obscena, impúdica, torpe y
abusiva. Por ejemplo, ni bien se había dispuesto un impuesto a la telefonía y
ya las empresas de este servicio subieron los costos en las tarifas; y aunque
la Corte de Constitucionalidad dejó sin efecto dicho impuesto, estas no bajarán
dichos aumentos. La energía eléctrica es otro ejemplo.
¿Qué sucederá cuando varias empresas se establezcan en estos
municipios cuyos magnánimos alcaldes se han puesto de alfombra al gran capital
disponiendo salarios que rayan en la vergüenza? Lógicamente las empresas
engordarán sus bolsillos a costa de realizar una operación simple: con el
salario mínimo de un trabajador contrato dos puestos, lo que equivale ni más ni
menos a distribuir la pobreza. Poco les faltó decir: vengan, instalen aquí sus empresas,
tenemos trabajadores gratis.
No sería de extrañar que a dichos alcaldes les salga el tiro
por la culata y que en vez de estimular a los trabajadores, la medida
constituya una espoleta que los expulse fuera, en busca de mejores empleos,
produciendo una migración interna y mayor concentración poblacional en el área
metropolitana; en algunos casos, quizá esta se incremente fuera del territorio
nacional. Guatemala es un país que sigue careciendo de una política social
integral que establezca salarios justos a sus trabajadores que al fin y al
cabo, constituyen la verdadera fuerza que impulsa a este país. La realidad
nacional no debe verse solo desde la óptica de los dueños del capital sino
también desde la perspectiva del trabajador que deja los mejores años de su
vida en tareas cuya retribución es francamente censurable.