sábado, 23 de febrero de 2019
viernes, 22 de febrero de 2019
Hipoglucemia a la tórtrix
Yo me combato la hipoglucemia comiendo tórtrix, me dijo mi amigo, muy
seguro de sus palabras.
Dicen que cuando se juntan dos orientales siempre surgen nuevas charadas que, con el tiempo, cobran vida en la oralidad popular. Y es que, dicharachero como es, el oriental nunca se queda callado; siempre encuentra algún recurso lingüístico e incluso burlesco, para estar a tono con la conversación del grupo. Mi madre, oriental de pura cepa, me decía: la cosa es no quedarse con el hocico callado. Hay que hablar hasta con las piedras, mijo.
Algo así sucedió en casa de unos amigos muy queridos, donde coincidimos con Rolando Sett, un oriental que, a ciencia cierta no sé si es un chino que nació en Zacapa o un zacapaneco que nació en China, como dicen que los zacapanecos nacen donde se les pega la regalada gana, uno ya no sabe a qué atenerse; bueno, de todos modos es un oriental hecho y derecho, con su respectiva dosis de humor en su arganilla (así se les llamaba a las bolsas hechas de pita de maguey en tiempos remotos).
A propósito de orientales, Mario Roberto Morales cuyo padre era oriundo de Chiquimula, me contó una vez que a su tía le presentaron un amigo que venía de la China. Mire tía, le dijeron, este es fulano de tal, es oriental. Ella, con un dejo de suspicacia respondió: oriental soy yo, él es chino. A propósito de Mario Roberto, una vez me preguntó si ya sabía la definición de beso. Un paisano de Quezaltepeque había elaborado una buena explicación al respecto. Le respondí que no. Me contó la siguiente definición: beso es un sujeto que sujeta a una sujeta con su jeta. Claro que ahora con la democratización del amor, también puede ser un sujeto que sujeta a otro sujeto con su jeta, o bien, una sujeta que sujeta a otra sujeta con su jeta. La idea es esa.
Pero volviendo a mi encuentro con Rolando Sett, sucede que comenzamos a hablar de muchas cosas, y casualmente, de enfermedades. En ese momento, ambos teníamos temblor de manos por supuesta falta de alimento. Coincidimos en que padecíamos de hipoglucemia, esas bajas de azúcar en algunos momentos del día. Yo le dije que a mí me funcionaba, para aliviarla, mezclar en medio vaso de agua tres cucharaditas de azúcar y beberme la pócima. Mirá Carlos, no me lo vas a creer, yo me combato la hipoglucemia comiendo tórtrix, me dijo mi amigo, muy seguro de sus palabras. Entonces vos padecés de hipoglucemia a la tórtrix, le dije. Todos reímos con la ocurrencia.
Pero la verdad, es que ese día ambos nos combatimos la enfermedad con un sabroso tamal que nos invitaron nuestros amigos. Es la ventaja de visitar a los amigos el día sábado, calculando la hora de la cena. En la sobremesa continuamos haciendo un inventario bastante extenso sobre las comidas típicas de Zacapa y Chiquimula, donde abundaron buenas pasadas y anécdotas, muy típicas de la vida de Oriente. La verdad es que, cuando se juntan dos o más orientales, la vida reverdece y florece.
Carlos Interianohttps://dca.gob.gt/noticias-guatemala-diario-centro-america/wp-content/uploads/2019/01/CARLOS-INTERIANO.png
domingo, 17 de febrero de 2019
Prueba de pureza
Como fuego de Andrómeda corría
por su voz, bellaca y vil, una
víbora.
Otrora besaba el dorso de mi mano.
Ahora la muerde, y en cada
mordisco
mi mano se acrisola
porque está hecha de amor y el
amor
puro y duro no se oxida ni se
deja permear
en los confines de la inquina.
viernes, 15 de febrero de 2019
César Yumán: fuerte voz literaria
Escritor César Yumán
Algunos de sus cuentos fueron publicados en Estados Unidos, Argentina y
España antes que en nuestro país.
La mañana del 10 de febrero del
año en curso no sería igual a todas. Los escritores congregados en el grupo
literario chiquimulteco Zanates y Clarineros recibirían la visita de un ave de fino
plumaje: César Yumán, el escritor joven que ha dispersado su trabajo literario
por varios países. Lo acompañaba Laura Arévalo, cuya exquisita poesía me
llenaría el alma esa misma noche.
La sorpresa de tan preciada
visita nos la daría nuestro zanate mayor Gustavo Bracamonte, quien, sin
alertarnos, le había girado invitación a César para que nos comentara sobre sus
experiencias en el campo de la literatura y más concretamente, sobre la novela
y el relato.
La jornada comenzó con el
platillo fuerte que es Yumán, un joven escritor que lleva varios libros
publicados, y muchos trabajos dispersos en varios países. Nos narró pasajes que
desconocíamos sobre su trabajo literario y algunas anécdotas personales
aderezadas con un lenguaje coloquial muy
ameno. Al finalizar la actividad, todos felicitamos al poeta Bracamonte por tan
espléndido regalo, adelantándose al día del cariño.
La fecha de nacimiento de César
Yumán está ligada al arte. Es el día internacional del Teatro, establecido
desde 1961. Aquel 27 de marzo de 1988 nacía en San José Pinula, uno de los
valores de la literatura nacional. Las letras guatemaltecas se verían
robustecidas con este intelectual de primera línea que hoy por hoy es
reconocido en el ámbito literario como un escritor serio y comprometido con el
arte, y además, dispuesto a innovar.
Por supuesto que el camino
recorrido por este joven escritor no está exento de algunos sinsabores, pues en Guatemala se le cerraron muchas puertas editoriales;
sin embargo, algunos de sus cuentos fueron publicados en Estados Unidos,
Argentina y España antes que en nuestro país. En 2013 obtuvo el primer lugar
del Certamen Latinoamericano de Editorial Paroxismo (EE.UU.), sello que publicó
su antología Retóri-k, Introducción a tropos y figuras o schemas de
Latinoamérica. Fue hasta entonces que algunas editoriales comenzaron a
interesarse por su trabajo. Como siempre, nadie es profeta en su tierra, y el
éxito tuvo que venir de fuera para ser tomado en serio.
A partir de aquel año vendrían otras publicaciones, entre ellas: ∞ (Infinito),
Editorial X, 2015; La ciudad de los peces, Alfaguara, 2015; Roboniño,
Santillana, 2015; D4rkn355, Editorial X, 2017; Me dicen Zombiie, Patológica
Editores, 2018 y Playlist, Editorial X, 2018.
César Yumán es catedrático de Literatura Indígena de América y
Literatura Guatemalteca en la Universidad de Valle de Guatemala, licenciado en
Letras por la misma universidad. Además, posee un BA en Arte y un Profesorado
en Lengua y Literatura. Pero más que eso, es un ser humano extraordinario cuyo
éxito no le ha desprendido los pies sobre la tierra. Ojalá y el canon literario
de Guatemala, concentrado en voces añejas, vuelque la mirada sobre él y otros
escritores jóvenes e impulse su trabajo intelectual. Aló, Ministerio de
Cultura.
Carlos Interianohttps://dca.gob.gt/noticias-guatemala-diario-centro-america/wp-content/uploads/2019/01/
miércoles, 13 de febrero de 2019
Poemas sobre el amor/ Carlos Interiano
LA ESPERA
Mientras tú /la roca de mi cayado/
negándote a ser la tierra fértil
/dura envoltura/ de un corazón
que te invita a ser feliz
EL ENIGMA
Al lado de la sonrisa activa de los astros
un poema de tuétano brillante. Sus ojos,
empuñadura vital para mis horas de hastío.
…Sus palabras, estatuas de sal…
CANCIÓN NOCTURNA
no tengo nada más que regalarle
le ofrezco sólo el doblez de una sonrisa
un pensamiento furtivo capturado en
una ráfaga de viento
sólo le ofrezco
la calidez de una mirada o el joyel donde
guardo mis recuerdos sobre usted o aquella
cantera de amor inexplorada o un ruiseñor
sostenido en los andamios de mi voz
sólo por
decir algunas cosas
ESTADO DE SITIO
mi corazón fue sitiado el día
aquel cuando
entraste en mi vida sin cita
previa
sin anunciar que tu llegada
causaría la
debacle en la cuerda rutina de mi
vida
y llenaría mi desolada
obsolescencia
el hermoso fulgor de tu mirada
hoy no puedo ir y venir
porque mis pasos solo tienen
sentido entre tus pasos
cadena perpetua me dieron
esos ojos esa voz
como un toque
de queda que me estrujan
FASCINACIÓN
He visto ojos,
miles de ojos,
pero próximos a Venus,
los suyos.
He escuchado voces,
múltiples voces,
pero canto de jilgueros,
la suya.
He palpado pieles,
muchas pieles,
pero musgo enternecido,
su piel.
DESCRIPCIÓN DE LO SUBLIME
En sus ojos, aún juegan al
atardecer,
los niños. En su voz, una sonata
de mil violines.
En sus palabras
ha hecho su nidal la primavera.
Sus ojos, ¡ay, sus ojos! niños
de infancia atardecida.
Y yo, desde mi esquina, con un
torrente ineludible de ternura.
viernes, 8 de febrero de 2019
La mejor universidad
Imagen de Google
Somos la más grande y numerosa universidad del país; y también tenemos los
más grandes problemas financieros.
Estudié en la Universidad de San Carlos de Guatemala, durante la cresta del conflicto armado guatemalteco. Entre los años 75 y 81, estudiantes y docentes acudíamos a las aulas con un nudo en la garganta, al saber que compañeros de quienes nos habíamos despedido el día anterior, habían sido secuestrados y asesinados. La misma suerte corrían los profesores.
Nosotros mismos no teníamos la certeza de acudir a clases al día siguiente. La persecución fue feroz contra quienes se atrevieron a desafiar aquel sistema violento generado desde el estado mismo.
Muchos intelectuales lograron escapar de la tortura y la muerte y pusieron de por medio las fronteras. México y otros países solidarios dieron cobijo y oportunidades de desarrollo a estos migrantes obligatorios que no tuvieron otra opción que el exilio. Algunos no volvieron jamás al terruño y fueron presas de la nostalgia permanente. Otros tuvieron la oportunidad de pisar de nuevo el solar patrio donde una vez lucharon por un mejor país.
La fuga de cerebros de aquella época tuvo fuertes repercusiones en el desarrollo académico de nuestra querida Usac. Los profesores titulares abandonaron sus cátedras y tuvieron que ser sustituidos por improvisados maestros, sin ninguna preparación para la enseñanza; muchos ni siquiera tenían algún título universitario que amparara su capacidad. Otros tenían pensum cerrado en alguna licenciatura. En esta situación, y sacando fuerzas de flaqueza, esta generación de profesores hizo su mejor esfuerzo por llevar sobre sus hombros la pesada carga científica y tecnológica de la Tricentenaria. Muchos, al cabo de algunos años, se graduaron de licenciados. Otros, la minoría, se conformó con seguir como ayudantes de cátedra, aun cuando sus funciones principales eran la docencia directa.
Casi por tres décadas, la Universidad de San Carlos de Guatemala ha realizado sus mejores esfuerzos por mejorar su calidad académica y, aunque restañar las heridas es demasiado difícil, en honor a la verdad, es digno de encomio la suma de esfuerzos de las autoridades centrales y de las unidades académicas que durante este periodo han asumido la responsabilidad de conducir sus destinos.
Por ello, al leer el informe del Ránking Mundial de Universidades 2018 del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el mayor organismo público de investigación en España, en donde se reconoce que la Usac ocupa el primer lugar de las universidades nacionales y que está entre las primeras tres mil universidades del mundo, no podemos sino sentirnos orgullosos de este descomunal esfuerzo realizado por estudiantes, profesores, autoridades y personal administrativo en pro del mejoramiento académico.
Somos la más grande y numerosa universidad del país; y también tenemos los más grandes problemas financieros. Pero, asimismo, poseemos un sello de agua que nos inculca la cultura académica de la Carolina: somos sancarlistas a toda prueba. Y le pese a quien le pese, somos la mejor universidad de Guatemala.
miércoles, 6 de febrero de 2019
Descripción de lo sublime
Imagen tomada de Google
En sus ojos, aún juegan al
atardecer,
los niños. Su voz, una sonata
de mil violines.
En sus palabras
ha hecho su nidal la primavera.
Sus ojos, ¡ay, sus ojos! niños
de infancia atardecida.
Y yo, desde mi esquina, con un
torrente ineludible de ternura.
viernes, 1 de febrero de 2019
De cuando quise ser cantante
Se me olvidó la canción y cuando pude recuperarme, don Salva estaba
dando ya los últimos acordes con su guitarra.
Aquel mes de
octubre de 1968 quedó grabado en mi memoria como un quiste. Las clases ya
habían terminado y se iniciaba el periodo vacacional. Ya no teníamos nada que
hacer y aún faltaban algunos días para que finalizara el mes y regresarme a
Bananera a pasar mis vacaciones. Durante esos días, don Salvador Colindres,
oficial de secretaría en el INVO y en cuya casa yo era pensionista, tuvo la
idea de organizar una velada cultural en el colegio para no sé qué actividad humanitaria.
Don Salva,
como le decíamos, ejecutaba muy bien la guitarra. Durante las noches, los
estudiantes que vivíamos en su casa nos congregábamos alrededor suyo, a
escucharlo cantar acompañado de su guitarra. Aquella vez, nos propuso que
formáramos un grupo artístico para realizar dicha velada. A cada uno nos asignó
una misión: declamación, chistes, magia… a mí me asignó una canción. Usted
canta muy bonito, me habría dicho. Quizá escuchaba mis alaridos cuando me
bañaba.
Ensayamos por
varios días la dichosa canción “Amor de estudiante”. Es adecuada para la ocasión,
me repetía. Notas por aquí, notas por allá, los días pasaron entre ensayo y
ensayo, hasta que llegó la noche de la velada.
Ese día, me
bañé temprano, me puse Glostora en el cabello y un poco de Old Spice para “oler bien, como un artista”. Huelga decir que, como
un adolescente de diecisiete años, mi mente había tejido un mundo mágico sobre
mi futuro como cantante. Durante los días que duró el ensayo, me había
convertido en el ídolo de las multitudes. Me había trasladado a México, donde
solía parrandear con Angélica María, Rocío Dúrcal, José José, César Costa,
Enrique Guzmán y toda aquella muchachada que durante esa época hacía historia
musical. Sandro y Raphael eran mis amigos.
Esas
alucinaciones de mozuelo me habían durado hasta mi debut, que fue también, de
despedida, en aquella velada cultural. Anunciaron mi nombre. Subí al escenario
con un incontrolable temblor de canillas. Don Salva ya se encontraba sentado
junto al micrófono, listo, con su guitarra bien afinada. Titubeé antes de
comenzar mi canción en un lapso que creí interminable. Por más señas que me
hacía aquel hombre para que comenzara a cantar, la voz no me salía. Para colmo
de males, se me había olvidado la canción y cuando pude recuperarme, don Salva
estaba dando ya los últimos acordes con su guitarra. Allí había terminado mi
carrera artística, aquella que se disputaría protagonismo con Enrique, César,
Angélica María, la Dúrcal, Sandro y Raphael. Por fortuna, a la tal velada sólo
habían asistido, a lo sumo, unas quince personas.
Desde
entonces me sumí en el mundo íntimo, solitario y contemplativo de la poesía.
Algunas veces mis poemas asoman la cara en algún periódico, revista o libro. La
inmensa mayoría se ha quedado durmiendo el sueño eterno en algún disco duro o
en cuadernos ya roídos por la polilla. Recuerdo aquellos versos que alguna vez
escribí: La vida colocó ante mí/un espejo de mil caminos/no puedo quejarme/yo
hice el mío.
Carlos Interiano https://dca.gob.gt/noticias-guatemala-diario-centro-america/wp-content/uploads/2019/01/CARLOS-INTERIANO.png
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