Publicado en el Diario de Centro América el 21 de agosto de 2015
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Es un hombre “caedor
bien” que ha hecho su prestigio a base de sembrar en el ciudadano la semilla
del buen humor.
Para quienes nos desenvolvemos en el mundo de la comunicación
política no resulta nada extraño la fabricación de candidaturas a la medida de
los intereses de grupos de poder. El fin justifica los medios, dice un refrán
marxista, convertido en refrán popular. En el contexto de las presentes
elecciones, resulta muy sintomático que una de las candidaturas políticas que
hace apenas pocos meses era ignorada por la casi totalidad de ciudadanos, hoy
resulte en los primeros lugares de popularidad. ¿Obra y gracia del Espíritu
Santo? ¿Obra y gracia de la publicidad en redes sociales? ¿Obra y gracia de expertos
en marketing? ¿Obra y gracia de la capacidad discursiva del candidato?
Todas estas interrogantes no encajan en nuestro esquema de
análisis, son preguntas que se quedan en el amplio mundo de la incertidumbre.
Cuando se ven los spots publicitarios se contempla a los candidatos a la
primera y segunda magistratura casi siempre rodeados de muy contados
ciudadanos. No se contempla el efecto de masa, con la lente de la cámara en
gran angular para captar la mayor cantidad de potenciales electores. Por el contrario,
se les ve casi siempre caminando por las calles con grupos reducidos de
personas.
Una característica del candidato presidencial es que les
habla bajito, casi al oído, con lenguaje sencillo, casi hogareño, lo cual lo
diferencia de los demás candidatos, quienes hacen gala de sus gritos y ademanes
grandilocuentes. Se dice que maneja muy bien su mensaje en las redes sociales.
Por lo demás, es un hombre “caedor bien” que ha hecho su prestigio a base de sembrar
en el ciudadano la semilla del buen humor. No tiene antecedentes delictivos ni
reñidos con la ética y la moral, a excepción de su apellido que coincide con
esta última palabra.
Pero de todo eso a estar en los primeros lugares de
popularidad, con todo respeto y aprecio, por más que me devano los sesos, no
logro entender cómo lo ha logrado. De esa cuenta es que me atrevo a sostener la
tesis de que es un candidato blanco fabricado por poderes fácticos, auxiliados
por algunos medios de comunicación para propiciar una tercera vía de
elecciones, como una oferta contraria a los dos grandes punteros que desde hace
años vienen haciendo propaganda directa e indirecta.
La tesis de la tercera vía puede atraer a las grandes masas
de indecisos, a significativos grupos de ciudadanos que han tomado la plaza de
la Constitución por varias semanas, a personas que si bien es cierto no han
asistido a las concentraciones, mantienen una actitud de recia crítica contra
los políticos de siempre.
Esta idea de la tercera vía es políticamente correcta y
legítima si no tomáramos en cuenta que “no hay almuerzo gratis” y que en un
caso llegue a “cuajar” en la mente de los electores, una vez conquistado el
poder, estos nuevos dirigentes cedan a las presiones de quienes los impulsaron
hacia las alturas. Hoy, las encuestas “les sonríen” por no sé qué poder
omnímodo, aunque a decir verdad, la única encuesta certera y válida es el día
de las elecciones.