martes, 22 de febrero de 2011
INTERNET: Recuperación del diálogo social
Imagen tomada de la red
Nota: Este artículo fue publicado por Carlos Interiano en la revista Comunicología, Escuela de Ciencias de la Comunicación, Universidad de San Carlos de Guatemala (2009).
RESUMEN
En el presente ensayo se ofrecen algunos elementos de discusión en torno al uso de Internet como herramienta que ha contribuido a recuperar el diálogo social. Además se presenta un esbozo de lo que ha sido el imperio de la televisión durante 70 años, es decir, de la década de los años treinta al dos mil.
Durante el tiempo que la televisión acaparó la atención de millones de ciudadanos en todo el mundo, se presupone que se produjo un proceso de resquebrajamiento del diálogo social, ya que este medio provocó un proceso de enclaustramiento ciudadano, en donde lo que prevalecía era una relación ser humano-caja mágica, con el consiguiente deterioro de las relaciones familiares, sociales y comunitarias.
PALABRAS CLAVE: Televisión, Internet, diálogo social, cibernautas, comunicación masiva.
INTRODUCCIÓN
Eran las postrimerías de los años veinte, en Inglaterra, cuando la BBC de Londres emitiría las primeras señales de televisión. Algo similar sucedería en Estados Unidos en 1930. Ya para mediados de esa década la televisión se había enseñoreado en varios países del mundo. En Guatemala no sería sino hasta inicios de los años cincuenta cuando haría su ingreso triunfal.
De esa fecha, hasta 2000, la televisión se había adueñados de la mayoría de hogares del mundo. En un hecho sin precedentes en la historia de la Humanidad, este medio de comunicación fue capaz de redefinir las relaciones sociales, quebrar el diálogo como herramienta de interacción humana y sustituirlo por acciones cada vez más aisladas, sobre todo en las áreas urbanas de la mayoría de países. Sólo la vida rural escaparía, al menos en Guatemala, a esta nueva praxis comunicativa.
Hoy día, y a partir de la década de los noventa del siglo pasado, se replantean las relaciones sociales, motivadas por un nuevo medio de comunicación: el Internet. Y si bien es cierto que es un medio que demanda presencia, postura y la atención de vista y oídos, es una herramienta que está contribuyendo a devolver la capacidad de diálogo a los seres humanos, redefiniendo de esta manera, las relaciones sociales que antaño fueron cautivas por la televisión.
EL DIÁLOGO COMO HERRAMIENTA PARA LA COMUNICACIÓN EFECTIVA
Cuando dos personas se miran a la cara y expresan lo que contiene su corazón o su razón, se produce un proceso de producción de signos que termina por crear un clima de empatía y consecuentemente, de mutua simpatía. El diálogo es una herramienta efectiva que contribuye a la armonía humana, familiar o social.
Mediante el diálogo, la Humanidad entera ha dado innegables pasos en la búsqueda de su desarrollo integral; también es cierto que cuando este se rompe, se recurre a otros mecanismos, entre ellos la fuerza de cualquier naturaleza. De allí que dialogar significa “hacer de mutuo conocimiento” estados anímicos, afectivos y cognoscitivos. Gracias a esta capacidad humana se conciben grupos humanos armónicos, ya sea familiares, o comunitarios.
Por milenios, los diferentes grupos que conforman la Humanidad utilizaron el diálogo, no sólo como herramienta política sino también como medio de vida. Mediante este recurso de comunicación, los grupos se reunían alrededor de su líder para intercambiar experiencias de la más variada especie. También ha servido como efectiva herramienta de interacción familiar. Piénsese por ejemplo, en el diálogo que se establece durante la cena, o en cualquier reunión de familia o amigos.
En el diálogo se experimentan una mezcla de fuerzas de carácter psico-social que constituyen los lazos invisibles de la interacción: las llamadas fuerzas propulsoras e inducidas, las que, bien mezcladas producen el milagro de la interacción positiva en los seres humanos. Sin embargo, mal usadas, contribuyen a resquebrajar estas relaciones. Estas fuerzas son inherentes al ser humano, y le han servido como dispositivos naturales para provocar la interacción social.
Y desde antes que se comenzara a utilizar el lenguaje articulado, los seres humanos tuvieron que usar mecanismos de comunicación dialógica, tales como las reuniones en grupo, las danzas y otros ritos que le daban vitalidad a su existencia. El lenguaje articulado vendría después, y con él las más sofisticadas herramientas de comunicación.
Dentro del amplio espectro de comunicación dialógica podemos ubicar a la comunicación familiar. Esta se establece, en un primer vínculo, entre la madre y el recién nacido (incluso, en el vientre materno) y se va ampliando con la relación del niño/a y otros miembros de la familia. La comunicación familiar estimula el concepto de autoestima en el niño/a y sienta las bases para su seguridad emocional futura. De esta manera, los niños que crecen en un ambiente de diálogo, serán personas seguras de sí mismas en su adolescencia y en su vida adulta.
LOS MEDIOS MASIVOS Y LA INTERRUPCIÓN DEL DIÁLOGO
Es un hecho incuestionable que el inicio y desarrollo de los grandes medios masivos de comunicación, especialmente la televisión, redujeron los espacios de diálogo social, arrinconando esta potente capacidad humana a un lugar secundario en el tejido social. Precisamente el término masa vino a sustituir los términos familia, vecino, amigo. Se obligó a los seres humanos a enclaustrarse en un mundo simbólico que les fue preparado previamente y en el cual poco o nada tenían de participación.
En esta lógica discursiva, los seres humanos, de seres dinámicos se volvieron personas estáticas, acríticas, conformistas y muchas veces, desidiosas. Los medios masivos pensaban y actuaban por ellos. De estos tres medios masivos (y masificantes) ha sido la televisión la que más críticas ha recibido, dada su capacidad para acaparar todo el entorno del espectador, ya que, como es sabido, se necesita del ojo, del oído y de la postura para poder absorber los mensajes que difunde. No sucede lo mismo con la radio, la cual no necesita de mayores recursos de atención más que el oído dispuesto a escuchar.
Durante los 70 años que la televisión fue dueña y señora del espacio vital de los ciudadanos, sobre todo, los ciudadanos de las ciudades, el diálogo como instrumento de comunicación social sufrió una ruptura que acabó con los espacios de discusión familiar, la amena charla entre amigos y vecinos y terminó por crear nuevas pautas de comportamiento social, en donde las conductas aisladas fueron las más notorias.
De hecho, quienes crecimos en la era de la televisión tenemos mucho de mutismo, individualismo y una visión estática de la realidad, a tal grado, que nos conformábamos con observar los acontecimientos en diferido. Esto debido al desarrollo de la industria cultural con dos de sus más grandes herramientas: el cine y la televisión.
Con la herramienta del diálogo quebrado, los grandes medios se ocuparon de llenar este vacío existencial, a lo que Lazarsfeld llamaría en su momento, el tiempo de ocio, para denominar a aquel espacio que los seres humanos no dedicamos a las actividades productivas.
La convivencia familiar, los eventos sociales entre vecinos y amigos, la asistencia a los lugares públicos, se transformó en esos años del imperio televisivo en espacios cerrados, tan sólo para los individuos, en su esfera individual, en sus creencias y gustos personales.
En Guatemala, este fenómeno mediático y masificante por supuesto, no se vivió en los sectores rurales; o al menos, no se vivió con la misma fuerza que en las áreas urbanas, en donde, casi literalmente, el aparato de televisión sustituyó la presencia de la madre u otra persona adulta encargada de atender las actividades lúdicas de niñas y niños. Fue la caja mágica quien se encargaría durante esos largos setenta años en preparar generaciones y generaciones de seres humanos dispuestos al consumo, a la inacción y sobre todo, a la producción de un nuevo discurso social: el mediático, en donde la voz de lo colectivo sucumbe ante la voz del individualismo.
LA NUEVA HERRAMIENTA DEL DIÁLOGO
Con la nueva herramienta tecnológica, el Internet, existe una tendencia a recuperar el diálogo. Hoy día, es común comprobar que a través de este nuevo medio de comunicación, millones de personas en todo el mundo, intercambian conocimientos, ideas, emociones, juegos, entretenimientos, recetas, ideologías, y todo, cuanto sea posible enviar y recibir en tiempo real. Se han instaurado las nuevas comunidades virtuales y las redes sociales. Entre estas son significativas a nivel mundial Facebook, Hi5 y Twiter, entre otras.
Hoy día, las redes sociales en Internet, son formas de interacción dinámica entre personas, grupos e instituciones en contextos de complejidad, cuya característica básica es tener un sistema abierto y en construcción permanente que involucra a personas con similares problemas, intereses y necesidades.
Esta nueva dinámica de producir diálogo, sin embargo, ha propiciado también nuevas formas de interactuar. Y a la verdadera identidad de la persona se agrega una doble identidad, el pseudónimo. Utilizando pseudónimos de la más variada especie, los cibernautas se agregan a las grandes redes sociales; y aunque algunos salen del anonimato, incluyendo sus datos personales reales e incluso fotografías, en realidad no es garantía que se esté estableciendo comunicación dialógica con una persona en particular.
Otra característica de esta nueva manera de producir diálogo son los mensajes cortos. De varias pulsaciones, los cibernautas se comunican. Lo mismo sucede con los famosos mensajitos que se transmiten vía teléfonos móviles.
Pero también existen posibilidades de incorporar la cámara web (Webcam) y los audífonos en conversaciones interpersonales o en interacción entre miembros de pequeños grupos, además del chat y por supuesto, los blogs y el correo electrónico; ente último, una herramienta de comunicación en diferido.
No escapa a ningún ser humano, con elementales conocimientos de computación, la posibilidad de ponerse en contacto con cualquier persona en el mundo, a través de cualquier dispositivo electrónico o mediante plataformas virtuales de la más variada gama y posibilidades.
El mundo se ha vuelto un pañuelo. Pero en ese pañuelo de incontables dobleces, cabe la voluntad de comunicación del ser humano, así como su incuestionable capacidad para encontrar siempre nuevas formas de interactuar, crear y construir.
Por supuesto, la vida cotidiana de la aldea ya no es hoy lo que era hace algunas décadas. El diálogo social se construye aplicando las más modernas herramientas de la tecnología que ofrecen las TIC. Es verdad que ya no es un diálogo de cuerpo y sangre, pero sí es un diálogo con cuerpo digital, satelital e inalámbrico. Estamos allí, viéndonos, “tanteándonos”, aunque no podamos palparnos en carne y hueso. Al menos, todavía no.
CONCLUSIONES
Cada vez Internet marca la pauta sobre las nuevas formas de producir diálogo social. Lo sintético de los mensajes que se intercambian, se ve compensado con la cantidad de usuarios que pueden abarcar, ya que, en el ciberespacio, no existen restricciones de tiempo ni distancias.
Esta nueva era en las comunicaciones sociales está provocando cambios fundamentales en las conductas de los individuos. Si bien es cierto, el carácter sedentario de la televisión se ha trasladado al mundo del Internet, sus modos de operar son abiertamente contrarios. Al carácter unidireccional de aquella, se opone el carácter interactivo de ésta.
Los jóvenes de hoy, sobre todo, los que provienen de las áreas urbanas, se mueven en la frontera de dos mundos informativos: el masivo, apuntalado por la radio, la televisión y la prensa escrita, y el virtual, con la incorporación cada vez más ágil de estos tres medios masivos al ciberespacio, donde, esperan, podrán encontrar audiencias aun vírgenes y por supuesto, nichos de mercado aun por explorar.
viernes, 18 de febrero de 2011
335 ANIVERSARIO DE FUNDACIÓN DE LA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA
Nuestra gloriosa Universidad de San Carlos de Guatemala nace en la cintura de la Edad Moderna, un 31 de enero de 1676, por real cédula del Rey Carlos II de España. Para entonces, quien daría vida a una de las instituciones de mayor trascendencia en la vida académica, política y social de Guatemala, contaba tan sólo con catorce años de edad.
La historia registra la azarosa vida del Rey Carlos II, quien heredaría el Trono cuanto contaba con tan sólo cuatro años de edad. Sin embargo, en los anales de la historia quedó grabado aquel memorable día que su Alteza diera vida a la tercera universidad en América Latina, la que a partir de entonces, iniciaría una fructífera vida académica y trascendería a todas las latitudes con ilustres y tesoneros talentos guatemaltecos.
A decir verdad, el obispo Francisco Marroquín ya la había gestionado desde 1548 y cuyas acciones duraron varios años, exponiendo el beneficio que obtendría el Reino de Guatemala, si se le concedía una universidad como la de San Marcos en Lima, o la de México, ambas fundadas en 1551.
En el estudio sobre el origen de nuestra gloriosa Alma Mater se puede constatar que el capitán Pedro Crespo Suárez, correo mayor del Reino había dejado un legado de 20,000 pesos de oro para la fundación de la universidad. Sin embargo, dichos esfuerzos tampoco fueron atendidos por la Corona Española.
Siglo y medio después, el obispo Fray Payo Enríquez de Rivera reiniciaría las gestiones para la fundación de nuestra universidad. Corría el año 1660. 16 años después dichas gestiones obtienen por fin, sus frutos anhelados. La Real Universidad de San Carlos había sido creada. Según dicha cédula real, tenía una jurisdicción local. Fue el romano Pontífice Inocencio XI quien la elevará, diez años después, a la categoría de Pontificia, con facultad de enseñar en cualquier parte del mundo.
335 años han pasado desde aquella memorable fecha. Durante este transcurrir la Universidad de San Carlos ha pasado por diferentes momentos históricos, tanto a nivel mundial como nacional. Sus aulas han sido el recinto de discusión y análisis de los diferentes problemas que han afectado al mundo; también han sido la caja de resonancia de las ideas generadas en el mundo, tanto en el plano intelectual como político y social, y en innumerables ocasiones han sido el centro del debate nacional, abordando diferentes temáticas.
El pasado de nuestra querida casa de estudios ha sido un continuum de hechos relevantes de donde es necesario obtener lecciones aprendidas. Quien no aprende del pasado está condenado a repetir los mismos errores, a sufrir los mismos problemas y a caminar en círculos perniciosos, sin salidas victoriosas. Es imperioso estudiar el pasado para no quedarnos en el pasado. Pero al mismo tiempo es necesario fijar nuestra mirada en el horizonte del futuro, pues es el devenir que debemos construir con nuestra experiencia, nuestro conocimiento y nuestra vocación de universitarios.
Estos 335 años nos deben servir para reflexionar sobre lo que hemos hecho, pero fijar nuestra atención en lo que nos falta por hacer, en los caminos no recorridos, en las exigencias que nos impone nuestra realidad actual, de cara a participar en la solución de los diversos e ingentes problemas nacionales, que por mandato constitucional le corresponde a la USAC.
De tal modo que dejaremos de lado la historia para reflexionar sobre lo que debe ser nuestra Alma Mater, de cara al futuro y forjar nuestro pensamiento con las mejores ideas que surjan desde los colectivos sociales que la integramos: profesores, estudiantes, trabajadores y egresados. La sociedad guatemalteca agradecería profundamente que tomáramos acuerdos sobre vías de solución conjunta a los diferentes problemas que nos aquejan, tanto al interior de la institución como en el orden de la vida nacional.
En este orden de ideas, los retos de la Universidad de San Carlos son muchos.
En lo financiero, se tiene que mantener una actitud vigilante y proactiva para que se respete el aporte constitucional que por ley nos corresponde. Actualmente, a la Universidad se le adeuda varios millones de quetzales, provenientes de la asignación de años anteriores, sin que hasta el momento se hayan ingresado a las arcas universitarias.
En el orden administrativo, se debe hacer más eficiente y eficaz la intervención humana, generando procedimientos que tiendan a resolver, sin retardo ni contratiempos, los diferentes procesos que se tramitan en la institución. Cabe recordar que una buena administración es aquella que está al servicio del ser humano y no contra éste. En este sentido, todos los trabajadores tienen que empeñar lo mejor de su esfuerzo, capacidad y dedicación para facilitar procesos y procedimientos, acordados en ley, con el propósito de dinamizar la vida académica y productiva de la Universidad de San Carlos. En esta dinámica de trabajo deben insertarse todos: desde las más altas esferas de la administración hasta los niveles operativos y de servicio. Una administración positiva es aquella ejecutada en forma eficiente, eficaz y amablemente servida.
En estos nuevos retos que debemos asumir como universidad, la formación del talento humano es el punto medular de nuestra existencia. Hemos superado los primeros diez años de un siglo que plantea para la Humanidad impensables retos y problemas que resolver. Como universitarios, no somos ajenos al deterioro ambiental, al crecimiento descontrolado de la población humana y a la disminución de los recursos naturales para su sostenimiento. Tampoco somos ajenos a los cambios geopolíticos que se marcan en el plano internacional, a las luchas intestinas entre poderes y contrapoderes (legítimos e ilegítimos), al fortalecimiento de grupos que actúan al margen de la ley. Como institución de educación superior no debemos ignorar los nuevos acontecimientos científicos y tecnológicos, los movimientos políticos, los cambios en las corrientes de pensamiento, las nuevas direcciones en lo estético, la demanda de patrones éticos en las grandes decisiones nacionales y mundiales.
Todos estos factores demandan nuevas miradas hacia las metodologías y estrategias que estamos aplicando para la formación del talento humano. De sus aulas debe egresar aquella fuerza profesional, con capacidad, conocimiento y competencia para insertarse en la problemática nacional e internacional, y desde allí, impulsar las acciones necesarias para resolverla.
Debemos reconocer que en esta ruta se han dado pasos significativos. Sin embargo, es necesario acelerar el paso en algunos aspectos. Es urgente repensar algunos procesos y estilos de formación académica con los que se está formando a los profesionales de mañana.
Esta discusión de fondo debe ocupar la mente de los universitarios de hoy, incorporando aquellas medidas necesarias en el proceso de formación del estudiantado. El proceso de reforma universitaria es un espacio apropiado para llevar a cabo estos procesos de discusión y análisis pero también debe llevarse la discusión al seno mismo de las aulas, donde se encuentra lo mejor de la masa gris universitaria: los jóvenes y sus profesores. La Universidad de San Carlos será en el futuro cercano, el resultado de nuestras acciones y de las decisiones que tomemos en el presente; y aquí nos incluimos los egresados de sus aulas.
Mucho se ha dicho que nuestra Universidad de San Carlos es grande entre las grandes del mundo. Y es verdad. Pero esta grandeza es un reto que debemos asumir con responsabilidad, armonía y decisión, para hacerla crecer y trascender, en el plano nacional y en el concierto de universidades del orbe. Y no podemos competir si no es con calidad y pertinencia. Esto nos obliga a repensar el modelo educativo con que se está desarrollando la masa crítica universitaria. En este sentido es preciso desarraigarnos de los atavismos que nos impiden ver más allá de lo nuestro; y buscar en los cuatro puntos cardinales del mundo las experiencias, las lecciones aprendidas de otros colectivos académicos para tomar ejemplo, para imitar sus fortalezas y enmendar nuestras debilidades.
No hay nada más pernicioso en la vida de un académico que el prejuicio y la aversión a lo desconocido. Esta reflexión nos impone el reto de abrir nuestra mente a nuevas posibilidades de hacer ciencia, de construir academia, de formar profesionales. No podemos, ni debemos, quedarnos en el pasado. Nuestro mandato, como institución de educación pública superior es caminar sobre hombros de gigantes y avanzar, con la preocupación puesta en lo que nos falta por recorrer, más que por el camino recorrido.
Tenemos la tarea de repensar la educación superior en función de las competencias profesionales que demanda la sociedad de nuestro tiempo y de los problemas que tendrán que resolver en el futuro quienes egresen de sus aulas. Y cada vez estas competencias están más centradas en ámbitos científicos, tecnológicos, sociales y ambientales que eran soslayados por las generaciones pasadas, pero que no deben ser ignorados por las generaciones actuales, pues de su conocimiento y dominio dependerá encararlos técnica y científicamente por nuestros profesionales graduados.
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