Publicado en el Diario de Centro América el 13 de enero
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En la vida hay días buenos y días malos. A veces la
adversidad se encarga de restregarnos en la cara los momentos de felicidad y
siembra en nuestro ánimo la angustia, el desánimo y la congoja. Pareciera ser
que una montaña inmensa sepultara nuestro deseo de vivir y queremos renunciar a
todo.
En casos extremos este panorama desolador ha llevado a
algunas personas a tomar la fatal decisión de quitarse la vida, y con ello, a
privar a sus seres queridos de contemplar junto a ellas los amaneceres siempre
llenos de esperanza. La muerte es, por supuesto, el punto donde se bifurcan los
caminos, el antes y el después, aunque de esto último ya no sean sensibles
quienes han traspasado ese umbral.
La vida nunca será un lecho de rosas, eso lo sabemos. La vida
siempre planteará retos y destinos no esperados. Nadie sabe a ciencia cierta
cómo vivirá al día siguiente de irse a la cama. Pero si hay paz en el alma,
satisfacción por el camino recorrido, la actitud para enfrentar cualquier
obstáculo será siempre positiva. Los expertos en charlas motivacionales
recomiendan siempre una actitud positiva frente a la diferente problemática que
se nos plantea. En el fondo, quizá no sean los problemas en sí mismos los que
nos afecten sino la actitud con la que se asumen.
Recuerdo aquella anécdota de un individuo que iba a lanzarse
al puente del Incienso, una tarde de verano, agobiado por sus problemas
económicos. De pronto palpó que en su bolsillo había guardado un banano. Con
maniobra pausada peló la fruta y lanzó la cáscara hacia atrás. Al momento de
dar la primera mordida se percató que una persona iba detrás suyo recogió la
cáscara para comérsela. En ese instante el potencial suicida se percató que a
pesar de su difícil situación había otros que estaban en peores condiciones que
él. Acto seguido compartió la mitad de su banano y descartó la idea del
suicidio.
Siempre habrá una tabla de salvación. ¿Crees que todo ha sido
difícil y gris en tu vida? Saca tu álbum, desempólvalo y recorre una a una las
fotografías que guardas. ¿No es cierto que en la mayoría apareces con una
sonrisa, o por lo menos, espabilado? Las fotos no mienten. Rara vez registras
un hecho doloroso, y cuando lo haces, hay una circunstancia de peso para ello.
Un álbum fotográfico es quizá el mejor testimonio de tus horas felices,
placenteras, armoniosas, rodeado de amigos, familia, compañeros de trabajo, casi
siempre en contextos agradables.
¿Tienes motivo real para estar pesimista o estás inventando
una excusa para no ser feliz? Existen personas que hacen esfuerzos supremos
para evitar transitar por los caminos de la felicidad y encuentran verdadero
placer, enfermizo por cierto, en hacerse daño, y como consecuencia, provocar
daño a sus seres queridos. ¡Saca tu álbum! Haz un inventario de cuántas
personas has registrado con una sonrisa, a cuántas personas has abrazado, y
quizá entonces encuentres un motivo para reinventarte. Y como dice aquel poema:
esfuérzate por ser feliz.
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