viernes, 20 de junio de 2014

El Gran Lengua

Publicado en el Diario de Centro América el viernes 20 de junio de 2014

La mejor manera de honrar a Asturias es recordando, consumiendo, meditando y divulgando su obra. El mayor daño es no inculcar en la actual generación el gusto por ella.
En 1968 tuve mi primer acercamiento al Gran Lengua. Mi recordada profesora de Idioma Español, doña Albertina Salguero nos dijo a los estudiantes que iniciábamos el primer grado de educación básica: “Patojos, ustedes tendrán que leer alguna obra de Miguel Ángel Asturias y aprenderse de memoria el poema “Es el caso de hablar”. Recuerdo que a la semana siguiente, entre regaños y elogios, todos pasamos al frente a declamar: Madre, te bendigo porque supiste hacer/ de tu hijo un hombre real y enteramente/ humano…
La simpleza en la estructura de este poema y el estilo directo con que se usa el idioma, sin lenguaje figurado ni palabras artificiosas, produce una sensación de pasajes de la vida cotidiana, un consejo moral, una invitación a reflexionar sobre la crianza de los hijos: Madre, si en el invierno, después de haber cenado,/ estás junto al bracero pensando con desgano,/ oídos a la lluvia que cae sobre el techo,/ y en eso puerta y viento… Es alguien que ha entrado/descubierta la frente y herramienta en la mano,/levántate a su encuentro porque tienes derecho/ de abrazar a tu hijo, de quien hiciste un hombre/ que vuelve de la vida con el jornal ganado.

En la vida del estudiante guatemalteco, Asturias fue durante muchos años una parada obligada en el camino de nuestra formación académica. Recuerdo con vehemencia aquella joya literaria que un antiguo compañero mío declamaba con singular elocuencia: Tecún-Umán, el de las torres verdes, el de las altas torres verdes, verdes, el de las torres verdes, verdes, verdes, y en fila india indios, indios, indios incontables como cien mil zompopos…Quetzalumán, el de las alas verdes/y larga cola verde, verde, verde,/verdes flechas verdes desde las torres/verdes, tatuado de tatuajes verdes…

O aquel hermoso poema dedicado a Guatemala: ¡Salve, Guatemala del anhelo y de las alas rubias/dos veces extraída del amor!/¡Salve, Guatemala del no callado musical silencio!/¡Salve, mano del Bien!/¡Salve, mano de Dios!...

Hoy que se cumplen 40 años de su muerte, nos rasgamos las vestiduras por el olvido imperdonable de no conmemorar su nombre, aunque quizá el mayor daño es no inculcar en la actual generación de estudiantes el gusto por la lectura de sus obras.

Más que golpearnos el pecho por esta inadvertencia deberíamos leerlo plenamente para no olvidar jamás que en sus versos el nombre de Guatemala se paseó por los más altos confines de las letras mundiales.

La mejor manera de honrar a Asturias es recordando, consumiendo, meditando y divulgando su obra. Aquellas voces adolescentes aún resuenan en mis oídos al ritmo de los versos asturianos. ¡Qué dicha haber tenido a una educadora que nos guiara por la poesía del Gran Lengua!

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