Publicado en el Diario de Centro América el 13 de junio de 2014
Alguien dijo: Estoy harto de los políticos. Estoy harto de su dinero.
Es indiscutible que la
política es el medio idóneo para introducir cambios en una sociedad. En este
sentido, la política es un oficio, una manera de “estar” en la sociedad. Una
manera sana de ver la política la concibe como el arte de transigir, de convertir
en posible lo imposible. Algunos definen la política como “el arte de lo
posible”.
Sin embargo, en el
imaginario colectivo la política es un ambiente donde se pervierte hasta el más
ingenuo y sano de los individuos. Desde esta perspectiva, la política es una
actividad pública vista con menosprecio y buena dosis antipatía.
A esta percepción ciudadana
sobre la política abona, en mucho, el comportamiento de los políticos. Véalos
usted en campaña, en esas vallas panorámicas, muertos de la risa. Siempre me he
preguntado, y he preguntado a mis incontables estudiantes, por qué los magos de
la publicidad recomiendan a los políticos que muestren sus dientes en las
fotografías de propaganda. ¿No es un contrasentido reírse de lo que ofrecen? ¿O
es que en el fondo ni ellos creen en sus promesas? En fin, lo cierto es que la
mayoría de políticos candidatos a un cargo público nunca se hacen fotografiar
con actitudes serias, preocupados por la
problemática nacional. Más bien, pareciera que la política es una suerte de
arte popular donde ellos deben parecer encantadores, al estilo de cualquier
estrella pop.
¿Sabe usted que hoy en día
los políticos no acuden al odontólogo para mantener su dentadura sana y blanca?
Hoy acuden a Photoshop, un programa de diseño que elimina las imperfecciones en
cualquier parte del cuerpo, incluyendo los dientes. Así que, si usted tiene sus
dientes un poco torcidos o amarillos, no lo piense más, no acuda al dentista,
contrate a un patojo chispudo que maneje la herramienta de diseño y asunto
arreglado. Tendrá usted una sonrisa de actor de telenovela.
Un viejo amigo mío, me dijo
una vez, en tono de broma: “Estoy harto de los políticos. Estoy harto de su
dinero”. No es un secreto que muchos publicistas y asesores de campañas
políticas se llenan los bolsillos a costa de sus asesorados, sobre todo en
tiempos de campaña. Y aunque muchas veces se someten a largas jornadas
acompañando a políticos que no tienen otro punto de agenda más que soñar con el
poder, al final de la jornada, sus arcas personales quedan rebosantes de
dinero. He allí lo irónico de la frase.
¿Ha pensado usted dedicarse
a la política? Lo primero que tiene que hacer, según los consejos de algunos
publicistas, es aprender a sonreír, sin que se le note, por supuesto, la hipocresía.
Trate de aparentar lo que no es, y esconder lo que realmente es.
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