viernes, 10 de marzo de 2017

DELIRIO DE GRANDEZA

Publicado en el Diario de Centro América el 10 de marzo

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El delirio de grandeza se acerca a la esquizofrenia, un grupo de enfermedades relacionadas con la alteración de la realidad en que vive una persona.

Hace muchos años conocí a una persona que blasonaba de vivir una vida holgada, con muchas propiedades y en un ambiente de primer mundo. Siempre comentaba que se reunía con gente importante en el ámbito social, acudía a restaurantes de lujo, hablaba de joyas valiosas, viajes y un sinfín de cosas que hacían preguntarse por qué trabajaba de secretaria en la institución.

El tiempo se encargó de quitarle la máscara y quedó al descubierto una situación contraria a la que pregonaba. Es obvio que esta persona padecía de alguna rara enfermedad emocional que le hacía abstraerse de su realidad y construir un mundo imaginario en el que ella era el centro de atención, algo así como “Alicia en el país de las maravillas”.

En el mundo político, como quizá en muchos otros ámbitos de la vida nacional, existen personas que por el afán de figurar o posicionarse en contextos que les son ajenos terminan siendo presas de sus fantasías. Esta situación provoca que cometan actos ilícitos para lograr sus propósitos y situarse en un mundo diferente. Es interesante que el fenómeno de los llamados “nuevos ricos” esté impregnado de esta naturaleza. También lo están muchos individuos del hampa, el bajo mundo, especialmente los narcotraficantes y otras hierbas.

Una persona con delirio de grandeza es extravagante en sus hábitos y presentación personal. Cuando usted salga a la calle se topará con esta especie de individuos. En muchos casos son prepotentes y abusivos y creen que todo el mundo les debe pleitesía. En el fondo son seres vacíos que requieren llamar la atención para ser reconocidos como personas importantes.

Los psicólogos llaman megalomanía a este trastorno. Quienes lo padecen sobredimensionan sus cualidades, exageran sus triunfos y niegan en los demás los atributos de los cuales ellos mismos carecen. Como trastorno asociado al narcisismo y al egocentrismo, dicen los expertos que el delirio de grandeza se acerca a la esquizofrenia, un grupo de males relacionados con la alteración de la realidad en que vive una persona.

La extrema carencia de todo tipo puede provocar el efecto de delirio de grandeza, el individuo no acepta su situación y acude a mecanismos de ajuste para equilibrar su vida emocional. Cuando escuche a alguien decir que es un genio, seguramente es una persona con inteligencia limitada, pues como dice el refrán “dime de qué presumes y te diré de qué careces”.

En la historia de la política y el Estado ha habido megalómanos famosos: Julio César en Roma, Napoleón en Francia, Hitler en Alemania. Calígula, Nerón, Alejandro Magno. La lista es inagotable. En el arte, el deporte, las finanzas, la educación y hasta en la vida cotidiana encontramos personas con estas características. Y como me diría un amigo, en un juego ficticio de megalomanía: “Yo nunca me equivoco. La única vez que me he equivocado fue cuando creí que estaba equivocado”. Nada humilde ¿no le parece?

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