Publicado el 22 de agosto de 2014 en el Diario de Centro América
No todos los ciudadanos en función de comunicadores, pueden considerarse periodistas.
En la pasada entrega aludíamos al orden informativo que imperaba en los años previos al mundo de Internet, dominado por las grandes agencias de información internacional cuya hegemonía fue languideciendo a medida que la comunicación virtual se fue extendiendo.
El nuevo orden informativo al que aludíamos plantea, sin embargo, varios retos que aún no se han superado. En primer lugar, se debe distinguir qué es y qué no es periodismo, dado que la gran herramienta de comunicación que es la web no discrimina, por sí sola, formato, intención ni propósito de los mensajes. Simplemente los canaliza al gran público.
En segundo lugar, no todos los ciudadanos en función de comunicadores, pueden considerarse periodistas, dado que no tienen formación para este oficio, lo cual no quiere decir que carezcan del poder y el derecho a expresarse, pero la construcción de los mensajes solo sigue el orden y calidad que cada ciudadano le imprima, dada su formación educativa, su dominio del idioma y su dinámica social cotidiana.
El periodismo, como oficio, tiene características específicas que lo hacen un espacio especializado dentro del amplio espectro de la comunicación, tal como son también la publicidad y las relaciones públicas. Y es este carácter específico la principal fortaleza que aprovecharon los grandes medios impresos para migrar a la web.
Sin embargo, encontraron en la telaraña un sinfín de comunicadores que iniciaban sus propios proyectos periodísticos, aplicando las técnicas de esta rama de la comunicación pero adaptando otras que le imprimen una dinámica propia a este periodismo virtual. En efecto, los nuevos medios periodísticos “online” aprovechan las novedades de la comunicación digital y las han incorporado a sus proyectos.
Por ejemplo, en el ciberespacio, el periodista es un “comunicador integral”, reportea, toma fotografías o videos, redacta las notas con la menor cantidad de palabras que le garanticen un mensaje fluido, actual y conciso. Sabe que más que el periódico impreso, las noticias que se transmiten en la red son dramáticamente fugaces, dado el inmenso volumen informativo que puede encontrarse en el ciberespacio. La nota producida hace una hora ya es vieja.
Los grandes medios impresos no se quedaron atrás de esta dinámica informativa. Y si en un primer momento emigraron a la red con todos sus bártulos (informativamente hablando), han tenido que hacer adaptaciones muy rápidas para incorporar aquellas herramientas que les garanticen un buen impacto en la red. En este sentido vemos cómo periódicos de mucha tradición en el mundo tienen una edición digital que es distinta a la impresa. Esa capacidad camaleónica les ha eliminado el temor a desaparecer, y por el contrario, lanzarse a la caza de nuevos lectores: la generación de los nativos tecnológicos. Nada mal para una prensa cuyo final se vislumbraba hacia las primeras décadas del presente siglo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario