INTRODUCCIÓN
Sanders Peirce (fecha) definía el signo como algo que está en lugar de algo para un tercer algo. Esta definición, aparentemente simplista, sirve de base para la famosa triangulación semiótica, en su forma original: significante, significado y referente, materia en la cual, los estudiosos posteriores a Peirce centraran su atención. La semiótica habría de surgir como una disciplina que se ocupa del estudio de este triángulo y su aplicación en diferentes campos de comunicación: lo político, lo jurídico, lo cotidiano, lo estético, lo poético y el arte en general.
En su momento, y casi paralelamente al surgimiento de la propuesta semiótica en Estados Unidos, un profesor ginebrino, Ferdinand de Saussure, proponía, en sus clases en Suiza, los postulados básicos para fundar una nueva ciencia que se encargara de los diferentes procesos de comunicación, además del enfoque lingüístico.
Nace así la Semiología, a la que el propio Saussure expresó que no existía (antes de 1916, cuando él la instauró) pero que tenía derecho a existir.
Actualmente se concibe a la Semiología como el tratado general de los signos en la comunicación; en tanto que a la Semiótica, como el estudio de sistemas de signos en campos particulares.
EN TORNO AL DISCURSO POÉTICO
En este artículo analizaremos tres manifestaciones del discurso poético: el estético, el poético y el artístico. Federico García Lorca dijo alguna vez que la “Poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio”.
El discurso poético es la mezcla genial de la palabra, en su uso cotidiano, con fines de creación artística. Hay poemas elaborados que requieren de un esfuerzo mayor de interpretación, apelando más a la razón que a la emoción. Por el contrario, existen poemas que apelan más al mundo emocional, y fluyen como un manantial sereno por nuestras venas de la inspiración y la lectura.
Pero también los hay, que a pesar de un esfuerzo mayor de interpretación en el cual se debe aplicar la razón, surten un efecto en lo más profundo de nuestras emociones y nos mueven a experimentar estados alterados de ánimo: alegría, llanto, tristeza, melancolía. Estos últimos son considerados verdaderas obras de arte.
LO QUE DICE LA ESTÉTICA:
En el enfoque estético de la poesía se reflejan tres características básicas: la ambigüedad, la autorreflexión y el contexto.
La ambigüedad:
Esta característica ofrece el sentido abierto de la poesía. Mediante la ambigüedad, el autor expresa diversos sentidos de interpretación. El sentido que él le dio al crear la obra y los sentidos que le imprimen cada uno de los lectores.
De esta cuenta, como dice José Luis Prieto, el signo poético se vuelve multisémico, es decir, apunta a diferentes rincones de la interpretación. Entre más puntos de interpretación ofrezca el poema, mayor cantidad de estetismo arroja la obra. Como resultado de esta característica puede decirse que un poema es más estético que otro, lo que no significa que sea más bello que otro. Simplemente es más abierto, es decir, arroja más pistas de interpretación.
La autorreflexión:
Pero lo que no debe perderse de vista es que un texto poético, profesionalmente elaborado, tiene de hecho una línea de interpretación que el propio autor ha cifrado, en forma encubierta, para ser “descubierta” por el lector. Aquí es donde entra el juego de la razón, más que de la emoción o los afectos.
Se trata de buscar cuál es esa línea de interpretación o en qué sentido se expresó el autor. A este proceso de la obra estética se le llama autorreflexión. Por muy abierta que parezca ser una obra poética, siempre tendrá una línea de autorreflexión que es preciso descubrir. Incluso, aquella poesía que es considerada caótica (porque aparentemente no tiene pies ni cabeza) contiene líneas de autorreflexión.
El contexto:
Por supuesto, tanto la ambigüedad como la autorreflexión son dos características que están mediadas por el contexto. En este caso, lo primero que debemos hacer es averiguar el contexto de la obra poética. En este sentido, podríamos averiguar por ejemplo, a qué escuela poética pertenece la obra; si es expresión del clasicismo, el romanticismo, el modernismo, el posmodernismo, por ejemplo.
También arroja buenos resultados averiguar el entorno político, social, económico, cotidiano del autor. A veces la poesía se entiende mejor, conociendo quién fue su autor, cuál era su pensamiento político, su nivel socioeconómico, su vida cotidiana, sus preferencias, sus hábitos, y de ser posible, la escuela literaria reflejada en su trabajo. Por supuesto que esto último, aunque parezca gracioso, no es lo primero que prevalece al momento de crear un poema. Por lo tanto, las escuelas literarias no las han inventado los poetas sino los críticos de arte. Estos son otro grupo de gente que generalmente no escribe, pero que le encanta hacer crítica de quienes escriben; son los primeros intérpretes de la obra literaria y quienes arrojan las pistas para ubicar literariamente a los poetas. Suele suceder que un poeta, en el momento de su crisis creativa, no está pensando a qué escuela se adscribirá. Esto es lo que menos le interesa. Al fin y al cabo, para eso existen los críticos.
Leamos a continuación un poema estético:
La superviviente (Ana María Rodas)
Me habita un cementerio
me he ido haciendo vieja
aquí
al lado de mis muertos.
no necesito amigos
me da miedo querer porque he querido a muchos
y a todos los perdí en la guerra.
Me basta con mi pena.
Ella me ayuda a vivir estos amaneceres blancos
estas noches desiertas
esta cuenta incesante de las pérdidas.
Como podemos observar, este hermoso poema contiene versos y conceptos aparentemente literales, pero que leyéndolos una y otra vez nos van dando distintas pistas, diferentes niveles de lectura y diferentes enfoques simbólicos. Por ejemplo, ¿qué quiso decir la autora cuando expresa: me he ido haciendo vieja al lado de mis muertos?, ¿o cuando expresa “me da miedo querer porque he querido a muchos? ¿No es acaso el conjunto de palabras fuerzas lo que constituye en dicho poema la autorreflexión?
LO QUE DICE LA POESÍA:
Lo poético centra más su atención en estimular las reacciones emocionales de los lectores. Así, después de leer un texto poético, el lector puede experimentar tristeza, melancolía, alegría, enojo, estupor, miedo, y toda la gama de emociones que concentra nuestra personalidad. La poesía no necesariamente requiere de fórmulas estéticas para expresarse; simplemente fluye como el agua entre las rocas.
Leamos el siguiente hermoso poema del poeta mexicano, Amado Nervo:
En paz
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje la miel o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.
…Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas noches de mis penas;
mas no me prometiste tú sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas…
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
El mensaje de este poema, bastante literal, tiene la gracia de la elegancia y colorido del lenguaje, mediante el cual expresa un estado de quietud, conformismo y gratitud por la vida.
LO QUE DICE EL ARTE:
Una verdadera obra de arte es la conjunción feliz de lo estético con lo poético. Al mismo tiempo que la obra se ofrece ambigua, autorreflexiva y exigente de un contexto para ser interpretada, también se inserta en la esfera emocional con la fuerza necesaria para despertar llanto, tristeza, alegría, dolor, odio, amor.
Leamos el famoso poema de León Felipe, una verdadera obra de arte:
Preceptiva poética (León Felipe -1884-1968)
I
Poesía...,
tristeza honda y ambición del alma...
¡cuándo te darás a todos... a todos,
al príncipe y al paria,
a todos...
sin ritmo y sin palabras!...
II
Deshaced ese verso,
quitadle los caireles de la rima,
el metro, la cadencia
y hasta la idea misma...
Aventad las palabras...
y si después queda algo todavía,
eso será la poesía.
III
Más bajo, poetas, más bajo...
hablad más bajo
no gritéis tanto
no lloréis tan alto
si para quejaros
acercáis la bocina a vuestros labios,
parecerá vuestro llanto
como el de plañideras, mercenario.
IV
Y si el verso
poetas cortesanos
si el verso como el hombre
no fuese de cristal
sino de barro.
V
Poeta
ni de tu corazón,
ni de tu pensamiento,
ni del horno divino de Vulcano
han salido tus alas.
Entre todos los hombres las labraron
y entre todos los hombres en los huesos
de tus costillas las hincaron.
La mano más humilde
te ha clavado
un ensueño...
una pluma de amor en el costado.
En el anterior poema, León Felipe toma una serie de palabras y las transforma en signos para presentar un mensaje cifrado en lo estético (ambiguo y autorreflexivo), pero tejido en el telar de la poesía pura, inmanente y sugerente.
CONCLUSIONES
La obra poética no es sólo el reflejo de las emociones que evoca el poema; constituye un esfuerzo intelectual estético que, conjugado con las palabras adecuadas, con el sentido adecuado, la armonía y el ritmo adecuado, llega a constituirse en una obra de arte.
El arte es la manifestación más elevada que conjuga la expresión estética con la poética. Y aunque la poesía está ligada también a corrientes de creación literaria, aquella realmente buena y artística, debe tener un contenido estético que no se define sólo por la forma, sino también por su contenido, especialmente por la naturaleza simbólica y connotativa de sus palabras.
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Dr. Interiano de verdad cuando escribimos, lo hacemos realmente con nuestro sentir profundo y usted tiene razón, nuestras palabras fluyen y fluyen y si no fuera por un timbre de teléfono o un llamado seguimos dentro de nuestras emociones y sentimientos; y no solamente eso es el esfuerzo profesional de cada individuo como autor, más la dedicación que la hace conjugar con los diferentes conceptos de poesía.
ResponderEliminarBuenas noches Dr. Interiano, despues de haber leído este tema, me pareció muy bueno porque nos hace reflexionar que hemos hecho en nuestra vida, en especial el poema de Amado Nervo que describe que lo que uno ha sembrado anteriormente es lo que cosecha en el futuro.
ResponderEliminarsaludos,
César García.
Me ha gustado bastante esta entrada. Yo me considero un poeta puramente de razón; creo que el sentimiento es implícito a todo acto y a toda expresión, por tanto, para mí al menos, es más importante la forma, el cripticismo, la sugerencia, o lo sencillamente directo pero homogenizado según el propio ojo, a fin de lograr una obra sólida, bien cohesionada en sus unidades mínimas. Siempre he creído que la poesía gana más cuando uno aporta sus propios mecanismos a ella (con alguna que otra influencia, inevitable), sus propios sistemas y estructuras. Eso es lo que hace distinguible a un poeta. Creo que todos quienes nos consideramos poetas tenemos la obligación de abrir un “chakra” literario, un tercer ojo con el cual miremos el mundo y lo escribamos y al cual sólo con una única llave se pueda acceder: el propio autor.
ResponderEliminarLa obligación de todo poeta es en algún grado, sentirse como el primer poeta, o porqué no, serlo.
Saludos, y muchas gracias por esta entrada.