Publicado en el Diario de Centro América el 11 de noviembre
I
Imagen de Google
Trump capitalizó
exitosamente estos antivalores y le produjeron resultados favorables hacia su
triunfo. Los votantes, contra todo pronóstico, en forma silenciosa emitieron su
voto a favor.
Tal como había anotado en mi columna anterior, en política no
hay nada escrito. Las pasadas elecciones en los Estados Unidos dan cuenta de
ello. En una síntesis lapidaria podría decirse que Hilary Clinton ganó las
encuestas de opinión y Donald Trump, la presidencia.
Los más agudos analistas de este proceso se devanan los sesos
tratando de entender qué fue lo que sucedió que hizo que el candidato
republicano se hiciera con la silla más importante en el mundo. Al margen de lo
que pueda pensarse y cuyos argumentos sin duda tendrán mucho de razón, anotaré
algunas ideas que me parecen importantes.
A nivel organizacional, tanto el partido demócrata como el
republicano son verdaderas máquinas electorales, con equipos profundamente
especializados en perseguir el voto hasta debajo de las piedras. Por tanto, no
debe menospreciarse el poder de convocatoria de los partidos políticos. Aunque
el candidato se haya peleado con algunos de los líderes republicanos, la
estructura estaba funcionando a cabalidad, debidamente aceitada.
El discurso de Trump, a pesar de no tener experiencia
política, sí tiene un amplio recorrido en el mundo empresarial, y esa imagen de
hombre exitoso encarna los más arraigados valores del sueño americano. Es por
tanto, un referente a seguir por millones de ciudadanos que anhelan amasar
fortuna.
El discurso simple, franco y directo, sin retórica
encubierta, señalando los errores de la actual administración y las debilidades
de Hilary Clinton, así como los desaciertos del sistema político norteamericano
actual, sin duda, caló profundo. A Clinton se le criticó por su actuar como
secretaria de Estado y el manejo de la política exterior, además del sonado
caso de los correos difundidos a través de su cuenta personal, caso en el que
incluso el FBI ha iniciado una investigación.
El candidato ganador supo conectar su discurso con las
actitudes de vida del norteamericano promedio: machismo exacerbado que no
tolerarían que una mujer fuese su presidenta, xenofobia exorbitante,
especialmente hacia los grupos inmigrantes de diferente nacionalidad, entre
ellos, musulmanes y latinos, estos últimos amenazados con construirles un muro
de contención en la frontera con México, autoritarismo excesivo evidenciado en
la promesa de anular las políticas sociales aplicadas en la administración
Obama, y un largo etcétera de antivalores que conforman la doble moral.
Trump capitalizó exitosamente estos antivalores y le
produjeron resultados favorables hacia su triunfo. Los votantes, contra todo
pronóstico, en forma silenciosa emitieron su voto a favor. Finalmente, el
sistema de elección por cuerpos electorales, aunque se dice que es el más
adecuado, pudo incidir en que finalmente se haya hecho con la silla
presidencial.
En el plano internacional, el candidato triunfador tendrá que
realizar enormes esfuerzos diplomáticos para cambiar la imagen gorilesca que le
han producido miles de memes, sátiras y críticas que lo hacen ver como el
abominable hombre de las nieves, capaz de espantar el sueño a más de un niño
malportado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario