Publicado en el Diario de Centro América el 4 de noviembre
Aunque algunas encuestas dan por ganadora a Clinton con un margen
holgado de 9 puntos a su favor, nadie conoce a profundidad lo que encierra el
corazón del norteamericano medio.
El próximo martes 8 de
noviembre la vida norteamericana y, por qué no decirlo, la vida del mundo,
estará iniciando una nueva ronda en su destino. Se efectuarán las elecciones
presidenciales, precedidas de recias batallas campales entre los dos
principales contendientes: la exsecretaria de estado Hillary Clinton y el
magnate Donald Trump.
Las recientes encuestas
adjudican el triunfo a Clinton, mujer fogueada en la política y cuyo
protagonismo amortiguó las duras críticas que se le hicieran a su esposo, el
entonces presidente Bill Clinton por aquel famoso escándalo con la exbecaria
Lewinsky. Algunos, en una pócima de humor chapín lo bautizaron como “el caso
Lenwisky”.
Por su parte, Trump, un
hombre super experimentado en los negocios cuya fortuna rebasan los números de
la imaginación, se presenta con una franca desventaja en el ruedo político. Su
línea estratégica estuvo basada en recuperar la visión tradicionalista del
norteamericano conservador que ve el comunismo hasta en el corazón de las
sandías. Atacó sin misericordia a los migrantes, quienes acumularon una buena
dosis de antipatía hacia el candidato y ha sido una de sus principales
debilidades en esta contienda.
De los debates
presidenciales no se puede decir mucho. Ambos candidatos tuvieron sus altas y
bajas. Clinton, fuertemente criticada por su oponente por el caso de los
famosos correos transmitidos en su cuenta personal, al punto que el propio FBI
ha iniciado una investigación al respecto. Trump, por su parte, atrajo la
mirada de altas personalidades de la economía, el arte, la política y los
medios de comunicación más poderosos del país del norte por sus ataques
sistemáticos al estilo de gobierno de Barak Obama, el tema de migrantes y la
vida privada de la ex primera dama de los Estados Unidos.
Una cosa es segura. En
política no hay nada escrito. Siempre puede darse un factor sorpresa. Y aunque
algunas encuestas dan por ganadora a Clinton con un margen holgado de 9 puntos
a su favor, nadie conoce a profundidad lo que encierra el corazón del
norteamericano medio, aquel que propugna por la conservación de sus valores
tradicionales, quien fue el público preferido a conquistar por Trump.
Sea como fuere, de lo que sí
estamos seguros es que las grandes políticas a mediano y largo plazo en materia
de seguridad exterior, economía y política no sufrirán grandes cambios, debido
a que como sociedad, la norteamericana mantiene el pragmatismo como ruta de
vida; y cuando se trata de defender sus propios intereses, tirios y troyanos se
ponen de acuerdo. De cualquier manera, seguiremos leyendo
en la moneda del país más poderoso de la tierra, aquel lema aprobado por el
Congreso y cuya resolución fuera firmada por el presidente Eisenhower el 30 de julio de 1956: In God we trust.
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