Publicado en el Diario de Centro América el 14 de octubre de 2016.
Carlos Interiano
Aquella tarde del 2 de octubre de 1998, estábamos reunidos
los miembros de la Comisión Multisectorial de Reforma Universitaria en el
edificio S11, Universidad de San Carlos. El ingeniero Herbert Miranda llegó un
poco tarde a la reunión, y saludando a todos, se me acercó y me dijo: “Hoy
firmé el acuerdo de autorización de la Universidad Panamericana”. Esta noticia me alegró muchísimo, y en cuanto
pude, se la comuniqué a mi amigo Alfred Kaltschmitt. Ahora tenemos que armar la
facultad de Comunicación, mi estimado, me dijo. Con mucho gusto, le respondí.
Durante noviembre y diciembre del 98 le entramos de lleno a
diseñar la maestría en Dirección de Medios de Comunicación y una licenciatura;
aquella primera maestría que marcaría el inicio de la exuberante vida académica
de la Universidad Panamericana. En enero del 1999 iniciamos las clases, los
días sábado de 2 a 6 de la tarde.
Desde su inicio, la Universidad Panamericana –UPANA- se
concibió como un proyecto educativo innovador, capaz de desarrollar una fuerza
académica fundada en valores, respeto por la calidad y sobre todo, la función social transformada
en el deseo de llegar a las regiones más apartadas del país. Recuerdo las
palabras, aun frescas, de nuestro querido ex rector, doctor Abel Girón: Donde
haya necesidad de formación, allí estaremos. El rector Mynor Herrera, ha
continuado con esta línea. Si mal no recuerdo, hoy existen 109 sedes en toda
Guatemala.
Un hecho que me ha impresionado siempre es la mística con que
las autoridades atienden a todas las sedes, desde reuniones multitudinarias con
coordinadores, hasta aquellos memorables actos de graduación donde decenas de
nuevos profesionales ven coronados sus sueños. Las máximas autoridades colocan
personalmente, a cada graduado las insignias profesionales.
La Universidad Panamericana ha sido desde sus inicios un
centro abierto donde cada quien cumple sus sueños a su manera. En mi caso,
estos 18 años han sido aprovechados para dar rienda suelta a mis inquietudes de
diseñar nuevas carreras y programas.
Me he puesto a reflexionar en cuál es el secreto de esta
fuerza imparable que ha llevado a la UPANA a ser grande entre las grandes en
tan poco tiempo. Entre las razones puedo mencionar: La institución ha sido
dirigida desde sus inicios por personas visionarias y comprometidas con el
desarrollo del país; en sus aulas se respira un ambiente académico de total
libertad, nunca mis ideas han encontrado diques. Otra de las razones es que ha
habido un esfuerzo sostenido por mejorar la calidad, a la par de la expansión.
Detrás de un gran proyecto hay grandes cabezas. Como ejemplo
puedo mencionar algunas: don Abel Girón, doña Alba de González, don Mynor
Herrera, don Alfred Kaltschmitt, don César Custodio, entre otros. Atrás viene
un relevo generacional con jóvenes entusiastas que darán nuevos brillos a la
institución.
La UPANA ha adquirido su DPI, que la acredita como una
institución adulta en el concierto universitario nacional; sin duda, un hecho
trascendental que debe llenar de orgullo y satisfacción a toda la comunidad
upanista. ¡Feliz cumpleaños!
Mis felicitaciones a UPANA y a todos quienes la gestaron, desarrollaron y atendieron todo este tiempo, deseándoles de todo corazón que su futuro sea tan brillante como su juvenil pasado.
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