Publicado en el Diario de Centro América el 5 de agosto de 2016
En la agenda de negociación no debe incluirse, por
supuesto, ningún tipo de amnistía fiscal ni perdón a quienes hayan cometido
delitos de evasión de impuestos.
Esta semana representantes del Comité Coordinador de Asociaciones
Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras –CACIF-, fundado en 1957,
declararon ante los medios de comunicación su disposición de sentarse a la mesa
de negociaciones para discutir el futuro económico de Guatemala, especialmente
en los ámbitos sensibles de la economía como es el aspecto tributario.
Según el Cacif existe la necesidad de hacer un profundo análisis
de la situación tributaria que permita adoptar las medidas que permitan ampliar
esta base, bajo los parámetros de una mejor recaudación y aprovechamiento de
los recursos provenientes de los impuestos de los
contribuyentes.
A primera vista, es sana, oportuna y acertada la declaración de
Felipe Bosch, quien hizo la declaración a nombre del Cacif y de Fundesa. Podría
pensarse que es un acto de buena fe y de convencimiento que el país se hunde si
no se reforma el régimen tributario, en donde quien gane más que pague más y
que los recursos que se recauden tengan una buena redistribución para atender
las necesidades más urgentes: salud, educación, infraestructura, pago de deuda,
ahorro, entre otros.
Quizá sea una excelente oportunidad para que el gobierno le tome
la palabra a los empresarios y seleccione a los más grandes expertos y mejores
negociadores en el tema fiscal y tributario a efecto de no dejarse embaucar con
espejitos bien relucientes pero que solo podrían buscar crear distractores ante
el clima de nerviosismo que ha creado las recientes capturas a empresarios por
evasión de impuestos. En la agenda de negociación no debe incluirse, por
supuesto, ningún tipo de amnistía fiscal ni perdón a quienes hayan cometido
delitos de evasión de impuestos. En estos casos debe dejarse actuar al sistema
de justicia que haga su trabajo.
Este gobierno podría dejar a las futuras generaciones un sano
sistema tributario que garantice el desarrollo sostenible del país, se
apuntaría un hit que no han logrado los últimos gobiernos, o sea, sentar a los
empresarios y en un clima de franco diálogo y discusión sana, comprometerlos a
pagar más, bajo la promesa que ningún funcionario de turno (al menos no en este
gobierno) dará un zarpazo a los recursos del estado.
El presidente Morales ha repetido muchas veces su famosa frase “ni
corrupto, ni ladrón”, y quizá comience a hacerse realidad en la construcción de
una nueva ética empresarial, tanto de grandes como de pequeños, que se traduzca
en una transparente manera de tributar al estado, sin mañas, sin evasión de
ninguna índole, y en la medida justa. No cabe duda que la honradez abre puertas
y endereza los caminos torcidos.
No está demás, pedirle a la sociedad civil, sobre todo, aquellos
grupos organizados que luchan por tener una Guatemala próspera y sin
privilegios de ninguna índole, que
permanezca vigilante y participe como voz activa en esas discusiones que, si la
retórica no engaña, podrían producir una nueva cultura tributaria.
Bien doctor, estoy de acuerdo con usted que sentarse con los empresarios no debe suponer, ni amnistía ni perdón a los delitos fiscales cometidos.
ResponderEliminarBien doctor, estoy de acuerdo con usted que sentarse con los empresarios no debe suponer, ni amnistía ni perdón a los delitos fiscales cometidos.
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