viernes, 18 de septiembre de 2015

¿Se quiebran paradigmas?

Publicado en el Diario de Centro América el 18 de septiembre de 2015



Posiblemente las raíces del paradigma seguirían incólumes si éste no hubiera hecho lo imposible por perder.

En las pasadas elecciones para presidente se rompió un conjuro que algún brujo connotado debió hacer hace algunas décadas. Quien quede en segundo lugar en un proceso electoral será electo presidente en las próximas elecciones. Pero he aquí que alguna hada madrina, de esas que abundan en los cuentos de hadas se rindió a las peticiones de Jimmy Morales y Sandra Torres: dejar sin efecto el conjuro y ofrecer a la ciudadanía elegir libremente. El personaje perdidoso de este cuento de realismo mágico que vive el país fue Manuel Baldizón, relegado a una tercera posición.

“Esto es para cortarse las venas con chaye”, me dijo un amigo, experto en asuntos de política electoral. Y me explicaba: meterle millones, exponiéndose incluso a ser suspendido el partido por gastar mucho más allá del techo autorizado, vociferar a los cuatro vientos que se ganaría en primera vuelta, inflando encuestas promovidas por el mismo partido, mandar a escribir libros e incluso el plan de gobierno, quejarse con autoridades gringas, montar campañas negras mediante pasquines, regañar a sus propios correligionarios, amenazar con destituir a la Fiscal General y expulsar al comisionado de la Cicig, atacar a sus contendientes, hacer promesas difíciles de cumplir, rifar motos, regalar sillas de ruedas, cargar enfermos, besar niños y ancianos, pasearse como pavo real por las tarimas, recorrer diez veces el país (aunque en helicóptero), erigirse estatuas, son solo algunos factores que ponen en estado de depresión a cualquiera. ¡Y no digamos que en cualquier momento sus más fuertes financistas quieran pedirle la devolución de su dinero!

Ahora bien, la ruptura del paradigma popular que indicaba que quien quedara en segundo lugar en una elección, en la próxima sería el presidente de Guatemala, no es obra y gracia de un acto de brujería. Es más bien el resultado de la cadena de errores cometidos por el candidato del partido que quedó en tercera posición. En otras palabras, fue un fracaso bien ganado. Posiblemente las raíces del paradigma seguirían incólumes si éste no hubiera hecho lo imposible por perder.


A estas alturas, seguramente los beneficiados con la voluntad popular ya estarán enfilando sus pasos hacia la casa del brujo de la Boca del Monte para pedir un conjuro que garantice que por nada del mundo, haya un empate técnico. Aunque lo más seguro es que se repetirá el fenómeno durante el duelo Álvaro Arzú-Alfonso Portillo: hubo tan poca diferencia que parecía que se había elegido un presidente metropolitano y un presidente del interior del país. Veremos qué pasa este 25 de octubre. Nosotros vayamos a votar por la carita que mejor nos sonría, no sin antes consultar sus planes de gobierno y sus equipos profesionales que seguramente nos presentarán en este tramo de campaña.

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