Publicado en el Diario de Centro América, el 10 de abril de 2015
En una sociedad conservadora, ese sentido estará enfocado a mantener ese
estado de cosas.
Es indiscutible que los
medios de comunicación son poderosas maquinarias de producción y reproducción
de ideología; lo mismo han sido la religión y la educación, y en un sentido más
amplio, la cultura. Respecto a esta última, los cambios culturales encuentran
su resistencia en su estructura misma. Una cultura más conservadora tendrá sus
propios y decididos mecanismos de resistencia al cambio; por ello, las
motivaciones para transformar sus prácticas sociales encuentran un verdadero
muro de rechazo.
Con los medios de
comunicación sucede lo mismo. Como organismos vivos socialmente hablando, estos
crean sus propios mecanismos de cohesión y resistencia originados en lo que
Lewin denomina fuerzas cohesionadoras y quebrantadoras. Y aunque la dinámica
del cambio siempre está marcada por las necesidades innatas de la vida humana,
en ciertas ocasiones pueden aplicarse mecanismos que sirven de resorte para
activar demandas sentidas.
En una sociedad
conservadora, con muchas resistencias a vencer para provocar cambios, los
medios de comunicación producen y reproducen estos esquemas. A esto se agrega
el carácter mercantil y empresarial que les caracteriza. Estos últimos factores
contribuyen a que los medios masivos se mantengan en la línea del status quo que les ha marcado la misma
sociedad.
Imagen de Google
Si queremos saber cómo es
una sociedad, o averiguar cómo fue una época histórica en Guatemala, por
ejemplo, solo basta estudiar las publicaciones de la gran prensa (escrita,
radial, televisada y más recientemente los medios digitales). En sus emisiones
podemos encontrar la gran fotografía social, cultural e ideológica de ese
momento. Es decir, los medios son portadores de sentido; en una sociedad muy
conservadora, ese sentido estará enfocado a mantener ese estado de cosas.
Como portadores de sentido,
los medios masivos no atentan nunca contra el sistema; eso sería ni más ni
menos de cavar su propia tumba. Y aunque a veces ponen el grito en el cielo por
conductas “inapropiadas” de funcionarios y otros sectores sociales, ello no
significa que propugnen por un cambio diametralmente opuesto en lo político y
económico. Más bien, cuando algunos sectores sociales luchan por producir
cambios estructurales en la dinámica social, los medios asumen una actitud
conservadora.
En la historia de Guatemala
existen muchas pruebas que atestiguan esta línea de análisis. Durante el pasado
conflicto armado interno por ejemplo, la gran prensa mantuvo una posición más
proclive a las fuerzas estatales que a lo grupos insurgentes. Y si bien es
cierto, algunos de aquellos líderes que
propugnaban por una sociedad más solidaria y justa, hoy se han corrompido
frente a las tentaciones del sistema, ello no justifica la actuación de los
medios masivos durante esa época. Hoy no sucede lo contrario, las cosas siguen
igual. La misma mica con diferente montera.
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