Publicado en el Diario de Centro América el 14 de noviembre de 2014
Desde aquel verso rebelde de Otto René Catillo “Vámonos Patria, a
caminar, yo te acompaño”.
El movimiento de izquierda en Guatemala durante los 36 años
que duró el conflicto armado no solo fue de los alzados en armas. Estos fueron
quizá, la punta del iceberg, y no
necesariamente avalados por todos los ciudadanos con pensamiento revolucionario.
Los frentes revolucionarios, aglutinados en un concepto de
izquierda, formaron una fuerza cultural en muchos aspectos de la comunicación.
Desde aquel verso rebelde de Otto René Catillo “Vámonos Patria, a caminar, yo
te acompaño” que abanderó la producción literaria de los poetas jóvenes de la
época, hasta la manifestación estética de los pintores, dramaturgos, cantantes,
músicos, diseñadores gráficos, muralistas, escultores, filósofos, educadores,
evangelistas que pregonaban las buenas nuevas con un discurso socialmente
comprometido, el movimiento cultural de izquierda se ramificaba cada vez que el
sistema opresor disponía cortarle alguna valiosa y revolucionaria vida.
Quién no recuerda, por ejemplo, aquella canción que
prohibieron en algunas radios “Casas de cartón”, o aquellos actores de teatro
de calle; o el grupo “Nalga y Pantorrilla” de Ciencias Económicas de la USAC; o
los murales pintados en las paredes de la facultad de Ciencias Jurídicas:
“Estudiante: sospecho que te vas a graduar de explotador”; o aquella miss
Guatemala, Rogelia Cruz, asesinada por el hecho de ser estudiante universitaria
(una bella flor, cortada con el puñal del rocío de la noche); o aquellos
obreros que producían sus propias pancartas, sus mosquitos, sus volantes, sus
mantas de denuncia; o aquellas veladas universitarias donde se le decía al
régimen de turno “hasta de lo que se iba a morir”. ¿Recuerda usted aquella
revista cuyo título sugestivo era “Entre broma y broma”; o el “No nos tientes”
huelguero; o el desfile bufo que se convertía cada año en un banquete de
denuncia social y política.
Y qué no decir, del discurso político de aquella época: Fito
Mijangos López, Alberto Fuentes Mohr, Manuel Colom Argueta, Oliverio Castañeda
de León, el más joven de los titanes de la oratoria política e ideológica en
cuyos argumentos desfilaron las ideas de Federico Engels, Carlos Marx, Fidel
Castro y tantos talentos de izquierda que ha parido la Tierra.
Y por supuesto, un frente cultural también lo constituyó la
moda, con un poco de ascendencia hippie.
El discurso del vestuario y los efectos personales eran congruentes con el
discurso ideológico.
En las postrimerías del conflicto armado publiqué este poema
titulado LA SEÑAL (1994): En la vida verás/silenciarse los fusiles/firmarse
acuerdos/adjudicarse triunfos/declaraciones fastuosas/viajes de cinco
estrellas/fingidas sonrisas/traicioneros abrazos/pero en el fondo/compañero/nunca
te responderán/dónde está tu hermano/ni tus padres/ni tus hijos/hasta que
tú/-dispuestas las uñas-/escarbes las raíces escondidas/de la historia/y
señales/con nombres y apellidos/para que nunca más/tus sueños/desvanezcan.
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