Publicado en el Diario de Centro América el 24 de octubre de 2014
De todos los problemas que aquejan al país se suele mencionar sus efectos, mas no sus causas.
Hace algunas semanas se llevó a cabo un acontecimiento que, según algunos políticos y analistas sociales, es un punto de partida para “reorganizar la izquierda en Guatemala”. El entrecomillado tiene la intención de poner en duda si alguna vez la izquierda ha estado organizada en nuestro país. Si por izquierda entendemos aquella fuerza ciudadana capaz de impulsar cambios políticos, económicos, sociales y culturales con una visión diferente a los que impulsarían los sectores conservadores (de derecha).
Se dice hoy día que hablar de izquierda y derecha es volver a una visión rebasada de interpretar la sociedad y los cambios que experimenta. En términos pragmáticos a lo mejor tengan razón en virtud que el mundo contemporáneo ha sido atravesado por una suerte de pensamiento uniforme a partir de los esquemas transnacionales que impactan en todos los mundos de la vida ciudadana: el productivo, el simbólico, el cultural, el científico y especialmente el tecnológico.
Las universidades, como centros de formación de recursos humanos de alto nivel, se niegan hoy a producir debate académico en relación con el pensamiento de izquierda y derecha. Los llamados “tanques de pensamiento” se han decantado por una manera muy estandarizada de entender las intrincadas relaciones que conforman el tejido social y sus dinámicas de producción, intercambio y consumo de bienes y servicios. De todos los problemas que aquejan al país se suele mencionar sus efectos, mas no sus causas.
En el último tramo del conflicto armado guatemalteco se produjo la articulación de los movimientos de izquierda armada en la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG). Sin embargo, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que dicha unificación fue más pragmática que doctrinaria, toda vez que sus combatientes y simpatizantes en cada grupo continuaron pensando, sintiendo y actuando desde el reducido espectro de su propia organización y no en función de la organización suprema.
Fuera de esta articulación quedaron sectores que no se vieron representados en la URNG pero cuyo pensamiento reclamaba cambios por la vía política y la educación. Quizá estos sectores nunca formaron parte de las fuerzas insurgentes porque su perfil de lucha no era la vía armada. En este sentido, la izquierda es más que las fuerzas aglutinadas en las antiguas organizaciones guerrilleras.
Esta izquierda, como una manera de entender el mundo y practicar las relaciones sociales en todos los ámbitos, me temo que nunca ha estado organizada. Quizá alguna vez pueda estarlo en un movimiento político que aglutine el sentir, pensar y actuar distintos a las organizaciones políticas que cada vez se desprestigian más.
Esta izquierda contribuiría a un cambio de paradigma en la forma de hacer política en Guatemala. Por el momento habrá que esperar que una alborada sobrepase el silencio de la noche.
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