viernes, 26 de septiembre de 2014

Las vacaciones escolares (II)

Publicado en el Diario de Centro América, el 26 de septiembre de 2014

Imagen de Google


El esquema de las mini jornadas quedó grabado en el cerebro de algunos maestros.

Cuando era niño asistía a una escuela donde estaban establecidas dos jornadas de estudio para un mismo grupo. Por la mañana recibíamos las cuatro materias básicas con dos recreos de media hora cada uno. Estos recreos eran la mejor oportunidad para socializar y cultivar amistades imperecederas. La escuela cumplía la función socializadora por excelencia.
Por las tardes nuestros maestros nos impartían las clases prácticas y artísticas. Teníamos 3 maestros: nuestro maestro principal, llamado "de grado", nuestro maestro de educación física y nuestro maestro de música, popularmente llamado "maestro de canto". Algunas veces nuestro maestro principal dedicaba las tardes para "repasar" contenidos de las principales asignaturas. Eran los tiempos en que los exámenes llegaban del Ministerio de Educación y los examinadores eran profesores que provenían de otros planteles.

En ese ritual de educación crecimos, y la verdad ¡nos encantaba! Las jornadas eran de 7:30 a 12:30 y de 14:00 a 17:00. Nuestros maestros nos recibían con un gesto de dulzura y amabilidad, no obstante, aquella sofocante ola de calor de la tarde. Era la mística del educador de entonces. Hoy se dice que el maestro es un trabajador de la educación, y eso es cierto, pero es un trabajador que moldea lo más hermoso y promisorio de un país: la niñez y la juventud. Dónde comenzó la crisis de la educación en el sector público es un asunto que tiene varias etapas. El fenómeno migratorio hacia las ciudades en busca de mejores condiciones de vida, especialmente hacia la capital, es un factor que no debe obviarse. Cada vez en las principales ciudades del país, sobre todo aquellas del área metropolitana y la capital misma, se asentó una considerable cantidad de población que demandaba los servicios necesarios para su mínimo vital: agua potable, energía eléctrica, salud, educación, entre otros. La población guatemalteca ha crecido de manera significativa en los últimos 50 años y la infraestructura escolar y la metodología educativa no han evolucionado al mismo ritmo.

Sin embargo, considero que el punto álgido que marcó un abrumador deterioro del sistema educativo fue el terremoto de 1976. Mucha infraestructura escolar quedó inhabilitada y el gobierno de turno tuvo que albergar en los pocos edificios en buen estado a toda la población estudiantil. Se crearon las llamadas minijornadas, dos por la mañana, una por la tarde y una por la noche. Cuatro distintos grupos de estudiantes ocupaban un mismo edificio, sin aplicar una metodología que tuviera en cuenta esa crisis.

La práctica crea costumbre. Hoy el magisterio del sector público escasamente cubre cuatro horas diarias de trabajo. El esquema de las mini jornadas quedó grabado en su cerebro como una práctica insana que ha perjudicado enormemente el nivel educativo del país. En muchos colegios privados también persiste esta visión educativa. Muy pocos han dado el salto hacia nuevos modelos educativos.

Después de estas reflexiones ¡Felices vacaciones!

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