Publicado en el Diario de Centro América el 5 de septiembre de 2014
Los procesos productivos han impuesto nuevas maneras y estrategias de estar en el mundo.
Imagen tomada de Google
Hace 5 décadas, los estudiantes de educación primaria llevaban a la escuela 4 cuadernos de 80 hojas, un lápiz, un sacapuntas, un lapicero y si acaso, 1 libro de lectura y 1 de matemáticas. Sus tareas consistían en copiar lo que el maestro escribía sobre el pizarrón (generalmente negro o verde), hacer operaciones matemáticas básicas en sus horas escolares, escribir composiciones en las fechas especiales. En los centros educativos más avanzados se estudiaba inglés y algunas materias adicionales. Las manualidades eran una asignatura infaltable; también lo eran las materias de educación agropecuaria. Se cursaban a lo sumo, 4 materias obligatorias.
Durante ese tiempo, la figura del maestro era central en el proceso educativo. De esa cuenta el gremio magisterial desarrollaba un papel de primer orden como líder comunitario. Estaba presente en las reuniones de vecinos, en actividades sociales, culturales, políticas, deportivas. El estudiante era considerado como el ser humano en formación, sin mayor horizonte que el trazado por el maestro. “Haz aquí, haz allá, pero no te salgas del camino trazado”.
Cincuenta años después, el mundo ha cambiado dramáticamente. La educación es un proceso que permite al niño y niña alcanzar un significativo número de capacidades para convertirse en adulto productivo. La verdad, dada la cada vez más demandante dinámica productiva, el niño aprende desde sus primeros años de educación, muchas habilidades que le ayudan a resolver por sí solo algunos problemas cotidianos.
Imagen tomada de Google
Y aquella dinámica de pasiva contemplación que caracterizaba a quienes asistían a las aulas, se ha transformado hoy en una manera distinta de participar en el proceso educativo. La misma complejidad de los procesos productivos ha impuesto nuevas maneras y estrategias de estar en el mundo. Un mundo cada vez más interconectado, donde un suceso en cualquier comunidad tiene inmediato efecto en el resto de comunidades del orbe.
En efecto, el estudiante de primaria de hoy, hace uso de nuevas y variadas herramientas para gestionar su propio proceso educativo. Investiga, indaga, dialoga, cuestiona y crea. Es un ser activo y partícipe de su propia formación. También es un sujeto que está inmerso en mayores responsabilidades de aprendizaje. Aquellas cuatro materias de hace 50 años se han transformado hoy en 14 o 15 asignaturas, con mayores niveles de conocimiento y exigencias de estudio.
También es un hecho que en aquellos años, lo que un estudiante lograba aprender en su educación primaria hoy ha sido rebasado en al menos 10 veces por un niño del mismo nivel. El mundo ha dado un salto de 180 grados. ¿Los maestros hemos dado ese salto con el mundo? ¿Cuántos maestros han caminado a la par o persiguiéndole los talones a la ciencia y la tecnología del siglo XXI?
No hay comentarios:
Publicar un comentario