Publicado en el Diario de Centro América el 18 de julio de 2014
No solo habrán perdido a sus hijos, su dinero, su esperanza, sino serán perseguidos penalmente.
En reciente declaración, la fiscal general, Thelma Aldana, indicó que están estudiando la posibilidad de deducir responsabilidades a los padres de familia cuyos hijos menores de edad han migrado al extranjero sin compañía de adulto responsable. Al mismo tiempo se está considerando la posibilidad en el Congreso de la República, de emitir una ley contra las personas que lucran con el tráfico de personas menores de edad.
Considero que la ley del “coyotaje” es un importante disuasivo para las personas que se dedican al negocio de llevar a menores de edad a los Estados Unidos, cobrando por ello significativas cantidades de dinero, las que, muchas veces son el resultado de hipoteca de humildes viviendas o bien de leoninos préstamos de personas que lucran con la necesidad ajena.
Existen denuncias sobre casos de coyotes que ofrecen el oro y el moro a los necesitados guatemaltecos que ven en la migración de sus hijos, la mejor oportunidad para paliar sus necesidades básicas. Sin embargo, ya emprendido el viaje, abandonan a sus víctimas o bien las contrabandean para usos sexuales a poderosas bandas que operan al margen de la ley.
Estas acciones delincuenciales, por supuesto, deben ser castigadas con lo más severo del peso de la ley.
Ahora bien, el caso de los padres cuyos hijos emigran a tierras lejanas en pos del sueño americano, considero que no debe verse solo con la óptica jurídica porque se corre el riesgo de ser parciales e injustos en el acto de juzgar.
¿Se ha preguntado usted si un hijo de padres de clase media o alta se aventura a un viaje lleno de peligros buscando la vida en tierras extrañas? Es evidente que la inmensa mayoría de estos niños y jóvenes proviene de hogares que viven en condiciones paupérrimas. A esto se agrega una escasísima o nula condición educativa que les permita discernir entre lo correcto e incorrecto. Estoy seguro que ni siquiera han dimensionado la distancia entre Guatemala y los Estados Unidos y no digamos la ruta llena de peligros. Sinceramente no creo que un padre de familia pueda exponer a su hijo, con conocimiento suficiente, a tamaños peligros.
Considero que más que judicializar estas acciones se requiere orientar mediante campañas masivas y de educación ciudadana a los padres de familia sobre los peligros que corren sus hijos cuando los depositan en manos extrañas, los coyotes. De concretarse las declaraciones de la señora Fiscal, no cabe duda que a los padres cuyos hijos han emprendido el viaje a tierras extrañas, no solo habrán perdido a sus hijos, su dinero, su esperanza, sino les lloverá sobre mojado, al ser perseguidos penalmente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario