Publicado en el Diario de Centro América el 16 de mayo de 2014
En todas
las culturas, el poder constituye una extraña relación de amor y odio.
Reflexionar en torno al poder
es fascinante. Hasta donde la Humanidad ha caminado, todas sus relaciones
sociales son susceptibles de ser interpretadas como relaciones de poder, en
donde unos ejercen el control sobre otros, aplicando para ello diversas
estrategias, técnicas, tácticas e instrumentos.
Hasta hoy, la Humanidad toda
gravita en torno al poder. Su concepción ideológica, política, jurídica,
económica y cultural conforman categorías simbólicas y comunicacionales que
reflejan de alguna manera cómo se interrelacionan los diferentes grupos
sociales, naciones, comunidades, pueblos y culturas.
Según
Grondona (citado por Press), el origen de este término es indoeuropeo. Deviene
de Poti, que significa jefe de grupo. Michelle Foucault
(1988:15) indica que poder es el conjunto de relevos e instancias que están
ligadas a los conceptos de jerarquía, control, vigilancia, prohibiciones y
coacciones.
En
todas las culturas, el poder constituye una extraña relación de amor y odio que
se establece entre los individuos que conforman los grupos sociales. Este se
manifiesta en cualquier espacio (aun en el deporte y el arte) donde haya
intereses de por medio. El poder media entre las relaciones sociales y las
determina, aun en las relaciones más íntimas entre dos personas.
Por
supuesto que en el ejercicio del poder, se manifiestan de una u otra manera, la
concepción del mundo y la escala de valores de los individuos. Así, por
ejemplo, un individuo con una visión totalitaria del mundo y una escala de
valores construida a partir de esa visión, ejercerá sus relaciones de poder de
manera autoritaria. En tanto que una persona con una visión democrática del
mundo, aplicará una escala de valores acorde a este referente general.
Aunque el poder se manifiesta
en cualquier relación humana, incluyendo las relaciones íntimas de pareja, es
en la vida pública donde la ciudadanía lo percibe con más visibilidad. Las
relaciones institucionales son esencialmente relaciones de poder, tomadas en
este artículo como relaciones de dominación/dominante/dominado.
Cuánta cantidad de poder tiene
un individuo viene acompañado por tres factores de singular importancia. En
primer lugar, la persona que maneja poder debe tener la capacidad para reducir
los niveles de incertidumbre en la ciudadanía y de alguna manera, resolver sus
problemas. Un segundo factor es la cantidad de información es debe controlar
una persona con poder, es decir, a mayor cantidad de información controle,
mayor será su capacidad de poder.
Un tercer factor lo constituye
la dificultad para ser sustituido en su función. Una persona con poder es
difícil sustituirla. Y quien asuma su rol debe ser visiblemente superior a
ella.
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