Publicado en el Diario de Centro América, el 6 de marzo de 2014
La información ha sido siempre un bien esencial. Eso no cabe duda. Durante la historia humana los hombres y mujeres han inventado un sinnúmero de herramientas para establecer relaciones e intercambio de mensajes de diversa índole.
Cada herramienta de información, en verdad, ha sido el reflejo del estadio de procesos productivos y de relaciones sociales de producción. A medida que la sociedad mundial ha ido evolucionando se han desarrollado también sus medios de información.
Puede decirse que el desarrollo económico, científico y tecnológico ha sido la catapulta para que los medios masivos de información hayan logrado sus más altos estándares de desarrollo.
En esta dinámica social, los medios masivos constituyen organizaciones que se dedican al negocio de la información, con el mismo propósito que existen las tiendas de barrio y cualquier otra empresa. Todas tienen un lugar en la sociedad cuyos servicios son demandados por la ciudadanía.
Por supuesto que aquí debe tomarse en cuenta la diferencia en el nivel de competitividad entre una tienda y un medio de comunicación. En el primer caso, existen cientos de tiendas donde el consumidor puede elegir la que más satisfaga sus necesidades. En el caso de los medios, la oferta es estrecha. Ello supone para éstos una holgada ventaja de no competitividad frente a los demás. Es decir, pocos medios compitiendo entre sí y a veces hasta agrupados en cadenas informativas.
Como sabemos, en la lógica del consumo, poca oferta provoca baja en la calidad de los servicios que se ofrecen. Este es el caso de los medios cuyas estrategias informativas y otros aspectos del proceso de la producción informativa no han sido sometidos a un balance de calidad del servicio informativo a la ciudadanía, salvo, claro está, los cambios impulsados desde la tecnología misma. Es una tónica generalizada en varios países. Por ejemplo, el único cambio más visible es que, en el caso de los medios escritos, han ido creando una versión virtual o bien, se han acoplado al concepto de multimedia.
En el caso de la radio y la televisión, fueron los primeros en acomodarse en la virtualidad. Pero si hablamos de mejorar la calidad de la información, francamente tienen un rezago en este aspecto. Simplemente la agenda ciudadana no se ve reflejada en sus emisiones, a no ser que sea una noticia trágica o roja.
Sin embargo, a falta de pan, buena es la tortilla, reza un refrán. Y quizá los medios no sean negocios que satisfagan los gustos más exigentes en materia informativa, pero no podemos pensar nuestro mundo actual sin esa rara mezcla de interés comercial con la necesidad de informar e informarse.
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