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No te hagas de tantos enemigos que no puedas controlar.
El
poder es la capacidad para influir en la toma de decisiones, tanto a nivel
privado como público. En cierta forma, el poder es efímero; y si bien es cierto
llega como el resultado de un esfuerzo sostenido por obtenerlo, sus efectos no
duran para siempre. El mundo político y empresarial saben esto y quizá por
ello, de alguna manera, se aferran al mismo.
Robert
Green publicó en su libro Las 48 leyes
del poder algunos consejos en torno al ejercicio del poder. A decir verdad,
están basados en el viejo texto de Sun Tzu El
arte de la guerra y en el libro de Nicolás Maquiavelo, El Príncipe. Estos textos constituyen una especie de recetario de
cómo un líder puede y debe utilizar diferentes estrategias para ejercer y
conservar el poder. No está de más decirlo: estos libros han dormido debajo de
la almohada de innumerables políticos y jefes de Estado.
Reflexionar
sobre el poder nos lleva irremediablemente a cómo los líderes de todas las
naciones imponen su voluntad en el ejercicio de una autoridad legítima, sea por
nombramiento o elección popular, o por usurpación mediante la fuerza. Una
persona poderosa lo es en virtud de tener el control de, al menos, tres
factores básicos: capacidad para resolver los problemas de los demás, control
de los flujos de información interna y externa, conocimiento y experiencia
suficientes que le permitan evitar ser sustituida fácilmente. Cuando uno de estos factores falta,
es indicador de una falla en el ejercicio del poder.
Una
fórmula que ha llevado a muchos líderes a alcanzar y sostener el poder está
concentrada en la ley 27 de Green: Juegue
con la necesidad de la gente de tener fe en algo. Para conseguir esto, los
expertos recomiendan usar la vaguedad y la indefinición como grandes imanes. En
otras palabras, no ofrezca cosas concretas, véndales ilusiones. Recordemos que
Hitler usó esta estrategia y logró introducirse en el imaginario colectivo
alemán como un salvador, en aquel país destruido económicamente después de la
Primera Guerra Mundial.
Alcanzar
el poder requiere de algunas estrategias precisas tales como la mencionada
anteriormente. Sin embargo, ejercer y mantenerse en el poder demanda otras acciones,
entre las cuales pueden mencionarse: Mantenga la serenidad en la toma de sus decisiones. No
actúe movido por la ira o la desesperación. No se deje llevar por provocaciones,
mantenga la cabeza fría. Conozca la debilidad de sus adversarios para atacar
sus flancos débiles. Evite lo ostentoso en la vida pública para no causar
envidias innecesarias. En verdad, el recetario es bastante extenso en cualquier
manual sobre el poder.
De
cara a los últimos acontecimientos políticos de la vida nacional, podríamos
añadir una nueva regla: No te hagas de tantos enemigos que no puedas controlar.
En una actitud de suma egolatría y altanería política, hacerse de enemigos
gratuitos solo abonará al debilitamiento del poder, y como decía Sun Tzu, te traerá
la ruina.
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