Hoy vivimos en una extensa vitrina donde los ojos del mundo están sobre
nosotros y a su vez lo vemos en ráfagas de imágenes y mensajes instantáneos.
Los recientes
acontecimientos en nuestro país han confirmado una vez más, la capacidad que
tienen las redes sociales de interconectar a los ciudadanos y aglutinarlos
alrededor de temas específicos. Las concentraciones que se han dado en la
ciudad capital son una muestra de que la realidad virtual sirve al propósito
del interés humano y crea ciudadanía. Ya no somos simplemente hombres y mujeres
de Guatemala. Somos ciudadanos guatemaltecos compartiendo inquietudes,
intereses y voluntades aun sin conocernos “en carne y hueso”.
Esta realidad virtual está
replanteando los esquemas tradicionales de interacción ciudadana. Recordemos
que hace apenas veinte años los procesos políticos y sociales pasaban por un
lento desarrollo de interconexión, lo cual provocaba a veces lamentables retrasos
en las decisiones. Recuerdo aquella anécdota que contaban nuestros padres en
las postrimerías del gobierno de Jorge Ubico, relacionada con un contingente de
campesinos que llegó a la Capital a manifestar su apoyo a “tatita presidente”,
una semana después que el general había entregado el poder.
Los vasos comunicantes son
vitales para dinamizar una sociedad. Sin embargo, por un momento piense usted
cómo se comunicaban los ciudadanos en aquellos tiempos donde no había teléfono
ni mucho menos la complicada red de información que existe hoy día. Las cartas
llegaban con meses de retraso. Los telegramas eran más rápidos, tardaban uno o
dos días. Hoy vivimos en una extensa vitrina donde los ojos del mundo están
sobre nosotros y a su vez lo vemos en ráfagas de imágenes y mensajes
instantáneos.
Los procesos políticos y
sociales se están replanteando a la luz de la comunicación vertiginosa.
Imagínese usted, en pocas horas la ciudadanía puede intercambiar mensajes y
concentrarse en un punto específico del planeta con solo activar un dispositivo
móvil. La era de la mensajería instantánea esta desnudando el mundo.
Por supuesto que nada es perfecto. En la nueva era de las
movilizaciones sociales vía mensajitos de texto, los movimientos carecen de un
contenido político específico y por lo tanto no se detectan liderazgos que
puedan darle una dirección correcta a las inquietudes ciudadanas. Son hasta
cierto punto, movimientos amorfos que necesitan de luces orientadoras. Estos
movimientos son generalmente pasajeros y no perviven en el tiempo; pasada la
efervescencia y conseguido un objetivo concreto, languidecen y finalmente
desaparecen.
Si quisiéramos bautizar con un nombre a estos movimientos
sociales surgidos por intermedio de las redes sociales podríamos usar el de “grupos
espontáneos” o "cuasigrupos", cuyo origen es el resultado de convivir en el ciberespacio y
acudir a llamados amorfos de ciudadanos que momentáneamente activan su poder de
convocatoria bajo el efecto contaminante de la comunicación incorpórea. Que
nadie se conozca no es obstáculo para congregarse en un lugar específico, un
día específico, a una hora específica.
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