viernes, 26 de julio de 2013

La política y lo efímero del político

Publicado en Diario de Centro América el 26 de julio de 2013

El político, en lo inmensurable de la política, resulta ser efímero.

Aristóteles, en su tratado sobre política, alude a los mecanismos que una sociedad utiliza para gobernar/se. Sienta en sus escritos la estructura del poder político y perfila la trilogía que más tarde sería retomada por la Revolución Francesa: el poder judicial, el legislativo y el ejecutivo.

Alrededor de estos tres poderes políticos giran las acciones humanas de quienes viven de y para la política. Y aunque en nuestro país “ser político” equivale a “ser corrupto”, teóricamente todos los seres humanos de-sempeñamos roles políticos dado que convivimos en una comunidad con un estado de reglas sociales, muchas de las cuales están debidamente articuladas en la esfera de lo jurídico. Y es precisamente este juego de roles el que permite (y exige) una participación de los ciudadanos en la conducción de la cosa pública. No hacer nada es, en todo caso, una actitud política.

La política, por supuesto, no se relega solo a la acción en la vida pública. También está presente en la vida privada, en la empresa, en la vida social, deportiva, religiosa, artística; aun en las actividades lúdicas que practican los niños/as se establecen roles que son en sí mismos juegos políticos.

Entendida de esta manera, la política es transtemporal, es decir, trasciende los tiempos, no tiene edad, principio, ni fin, dado que es un estado de conductas permitidas, toleradas y prohibidas que la sociedad se impone para garantizar su funcionamiento.

Ahora bien, en la política, los individuos transitan, participan, cohabitan, realizan prácticas para beneficio propio y social. Pero este transitar tiene su tiempo y su espacio. Y este tiempo y espacio, en lo inmensurable de la política, resulta ser efímero.

De ahí que quien quiera trascender a través de su acción política debe realizar su mejor esfuerzo por dejar la impronta de sus actos en todo cuanto haga. Desafortunadamente algunos políticos se preocupan más por el hoy, y descuidan el mañana, lo que los convierte en doblemente efímeros.

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