Publicado en el Diario de Centro América, el 20 de febrero de 2015
Todos tuvimos uniforme de gala y una calle adoquinada con nuestras
propias manos…
Imagen tomada de Google
Hace algunos días se realizó
la reunión de los egresados del Instituto Normal para Varones de Oriente
–INVO-, Promoción Centenario 1973. Como soldados que regresan de una guerra,
diezmados y avejentados, asistimos la cuarta parte de toda la gloriosa
promoción.
El mensaje encubierto fue
“aquí estamos, después de 42 años que cumpliremos en octubre, cuando nos
separamos y tomamos diferentes caminos”. A algunos, la vida nos ha golpeado más
duro que a otros, vi compañeros que parecen cuarentones, cuando ya rasgan los
sesenta. Me llamó particularmente la atención “el Cuchi, Cuchi” que ya tiene
siete décadas pero parece una de esas locomotoras del ferrocarril de los años
cuarenta: fuerte, impasible, retador de años.
La vida nos llevó por diferentes
caminos, pero nos une la nostalgia de los días que compartimos en aquellos años
de juventud, rebeldes, indomables, soñadores; una generación destinada a dar su
aporte al desarrollo nacional desde cualquier ángulo que la vida nos deparó.
Algunos, maestros, otros ingenieros, abogados, empresarios, agrónomos,
políticos, ministros, diputados, alcaldes…
No sé cuántos compañeros se
han retirado al descanso eterno, sólo sé que nos hicieron falta en la pasada
reunión. Nos hubiera gustado saludarlos a todos, lamentablemente algunos viven
en el extranjero y otros no pudieron asistir por diversos motivos; quizá
algunos, porque no les dio la gana o no se enteraron de la reunión. De todos
modos, en nuestras anécdotas que compartimos a micrófono abierto, los
recordamos a todos. Éramos 88 los egresados; llegamos 22.
A la promoción del 73 se nos
llamó la “promoción de la rebeldía” ya que en 1973 realizamos una huelga para
exigir la renuncia del entonces director, aduciendo que no estaba preocupado
por celebrar el centenario de nuestro glorioso INVO. Hicimos tanto escándalo
que nos mandó llamar a los líderes del movimiento el mismísimo general Carlos
Arana y nos dijo sin ningún miramiento: “miren patojos, así comienzan los
bochinches y así se mueren los dirigentes, qué jodidos es lo que les pasa,
agradezcan que mi esposa es chiquimulteca”.
Para no abundar en palabras, el
general Arana le ordenó al entonces ministro de Educación, Alejandro Maldonado
Aguirre, que resolviera nuestro problema. Al despedirse nos dio la mano a los
jóvenes que asistimos y nos dijo: “A qué se comprometen si les resuelvo el
problema”, nosotros le dijimos “denos adoquín y nosotros adoquinamos la calle
entre el INVO y el INSO”. El general sonrió y respondió: “son jodidos y
rebeldes, pero cabrones. Les voy a mandar maquinaria pero si no cumplen con su
palabra, los meto unos días al calabozo”. Y aprovechando la confianza, general,
le solicitamos tela para uniforme de gala, le solicité, como presidente de la
Asociación de Estudiantes del instituto. Le diré a Álida (su esposa) que
coordine este donativo, respondió de muy buen humor el presidente.
Ese año 1973, todos tuvimos
uniforme de gala y una calle adoquinada con nuestras propias manos…
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