lunes, 2 de septiembre de 2013

Efecto confesionario en la comunicación

Publicado el 29 de agosto de 2013 en el Diario de Centro América


Durante el día, tan solo contemplaré tus hermosos ojos verdes.



Mucho se ha dicho y escrito sobre la comunicación cara a cara y su más reciente versión: la comunicación asertiva. En otro momento nos ocuparemos de este tema. Hoy nos referiremos a un fenómeno en la comunicación humana que llamaremos efecto confesionario. Los seres humanos tendemos a develar nuestros sentimientos y opiniones a otras personas, cuya presencia no está determinada por el contacto de ojos. 


Por razones psicofisiológicas los ojos no son solo un sentido para recoger información del entorno. Son también un poderoso recurso de persuasión y de disuasión, es decir, convencen pero también pueden intimidar.


Este poder de “intimidación” de la mirada es lo que provoca que los seres humanos prefiramos la “mediación objetual” de la comunicación, valga decir, aquella que no nos pone en situación de “mirada contra mirada”. ¿Se ha preguntado usted por qué en la tradición católica se impuso el confesionario como medio para “sincerar nuestros pecados”? Fuera de cualquier explicación religiosa, lo que en comunicación puede interpretarse es un acto de “anulación de la mirada”.

Este mismo fenómeno puede palparse en la nocturnidad. ¿Ha pensado usted que la mayoría de confesiones de infidelidad se dan con la luz apagada y en el ombligo de la noche? No es casualidad, es sencillamente porque es más fácil aceptar nuestros errores cuando los ojos de la otra persona no se posan frente a los nuestros. ¿Recuerda usted la frase preferida de nuestra madre cuando nos ordenaba “mírame a los ojos cuando te hablo”? 

El mundo de la comunicación mediática, desde los mensajes atados a las patas de las palomas mensajeras, pasando por el inolvidable correo (cartas que dieron origen a un género literario llamado epistolar) y el teléfono, hasta el exuberante mundo del Internet, han sido los sustitutos del confesionario, utilizado por la iglesia durante muchas centurias. Y ahogaré mis penas y exaltaré tus virtudes durante la noche. Durante el día, tan solo contemplaré tus hermosos ojos verdes.



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