sábado, 10 de agosto de 2013

La sociología de las esquinas


                                                    Imagen de google.com

Publicado en Diario de Centroamérica, 8 de agosto de 2013

No hay quien no recuerde la “chamusca de calle”.


Las ciudades cambian; a medida que se vuelve más compleja la dinámica social, el juego de roles entre los seres humanos también va sufriendo transformaciones. Ninguna sociedad es estática, por muy estancadas que se perciban sus prácticas sociales, algo en ellas permanece en constante cambio.

La sociedad guatemalteca, por ejemplo, ha sufrido muchos cambios en los últimos 30 años. Algunos de estos cambios han sido positivos, aunque también bastantes han sido negativos. En los conglomerados urbanos, especialmente la ciudad capital y sus ciudades circunvecinas, estos cambios en el comportamiento social de los guatemaltecos han sido drásticos. Todo esto, aunado al incremento de la violencia, a la expansión de las tecnologías de la comunicación (teléfonos, redes sociales o el teatro en casa) ha provocado un enclaustramiento obligado o voluntario de los ciudadanos, y el surgimiento de una cultura de convivencia vecinal cada vez más débil y deteriorada.


Ciudades amuralladas, barrios y colonias con garitas de seguridad, espacios fantasmales donde una vez brotaba el bullicio de alegres niños y jóvenes jugando a la pelota, a las escondidas, o simplemente conversando sobre aventuras reales o inventadas.

Quién no recuerda aquellas tertulias de los anocheceres de barrio donde surgieron amores furtivos, o bien, compromisos que remontaron los años mozos. Decenas de niños y jóvenes se arremolinaban en las esquinas de los barrios como enjambres de “sompopos de mayo”, en un acto de iniciación comunitaria que los prepararía para la vida adulta.

No es ocioso pensar que en este escenario juvenil nos formamos los adultos que hoy desempeñamos distintos roles en la vida nacional. No hay quien no recuerde la “chamusca de calle” o beber un refresco en una tienda de barrio.
Hoy, en tanto, nuestros hijos y nietos simplemente chatean o hablan por teléfono, ajenos a la experiencia irrepetible de una amena charla de esquina. Las redes sociales son la realidad virtual que se abre ante sus ojos.

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