Título original: Codeca
Fuente: Imagen de Prensa Libre
Siete líderes han sido
asesinados hasta la fecha; no se sabe a ciencia cierta, aunque se intuye, por
qué manos criminales.
El sistema socio político de exclusión que prevalece en
Guatemala desde los años de la intromisión violenta de los españoles en América
nos ha predispuesto a anteponer la lente del prejuicio, a procesos de
reivindicación de los derechos de los pueblos indígenas y ladinos pobres. A los
300 años de la Colonia se suman los 200 de vida “independiente”, en donde las
relaciones de poder han sido siempre desiguales, entre una mayoría que no tiene
nada y una minoría que lo tiene todo.
Esta dinámica de poder ha generado un andamiaje económico,
jurídico e ideológico que cohesiona el sistema de explotación y exclusión
económica, social y política contra la mayoría de guatemaltecos. Entre estos se
encuentra la población indígena que, a duro golpe, aun representa un
considerable 41 por ciento. Su sangre se ha mezclado con otras expresiones
étnicas, generando el mestizaje. Este comenzó a producirse desde los primeros
días de 1524, cuando los gachupines tomaban a las mujeres como parte de su
botín de guerra. Actualmente, un alto porcentaje de la población guatemalteca
es mestiza.
De estos mestizos una considerable cantidad ha buscado su
propia cohesión social y se autodenomina ladina; es decir, un criterio de
identificación para no ser ni maya, ni mestizo ni negro, ni garífuna, ni
español. Por cierto, el diccionario de la Lengua Española la define como astuta
y sagaz.
En su mayoría, el aparato administrativo del estado ha sido
cooptado por ladinos, quienes han hecho alianzas estratégicas con la élite
económica del país: hacendados,
industriales, financieros y comerciantes que han consolidado un grupo orgánico
en pensamiento y acción, legitimado por un aparato jurídico, político e
ideológico que lo cohesiona. En 1871 se crea el ejército que ha constituido el
brazo armado, garante de mantener el estatus quo. Durante muchos periodos de la
historia, junto a otras fuerzas represivas del estado ha velado por la
seguridad de quienes son los tatascanes del país.
En este contexto de lucha desigual, el Comité de Desarrollo
Campesino, más conocido como Codeca, fundado en 1992, es un verdadero David en
una lucha desigual contra Goliat, en su legítimo afán por conquistar su
dignidad y derecho a labrar la tierra como su medio de subsistencia. Sus
acciones han sido criminalizadas y puestos en el contexto de los medios de
comunicación como vulgares delincuentes. No debe olvidarse que esta misma
estrategia se siguió contra los grupos de lucha armada que pelearon por la
dignidad del país durante 36 largos y cansados años.
Siete líderes de Codeca han sido asesinados hasta la fecha;
no se sabe a ciencia cierta, aunque se intuye, por qué manos criminales. No se
sabe cuántos más sucumbirán en esta batalla desigual, ante la cual, la
población en general, obnubilada por el manto de la desinformación periodística,
no logra ver en la obscuridad, con los ojos de la conciencia, lo justo de sus
demandas. Algún día se hará la luz y esta cegará a los incrédulos. Quien tenga
ojos, que mire.
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