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y haces caso omiso de tus setenta años y
compras aquel Camaro convertible
que soñabas cuando frisabas los dieciocho
y enfilas por aquella avenida silenciada
y no ves sino el fantasma de un ayer
que hecho cadáver le hace cosquillas al
costado de tu risa
y entonces /y solo entonces/
te das cuenta que las reumas de tus manos
se anteponen como diques traicioneros
al control de esta nave que esperó por tanto
tiempo ser la bestia domeñada por tus
años juveniles
afuera unos jóvenes blanden airosos
la empuñadura de sus años mozos
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