Un poema de mi libro inédito "Las horas desnudas" para leer en domingo.
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Un
río de luna bañaba sus ojos
Celajes
de púrpura sus labios teñían
Y
encendían siempre farolas sus pechos
Y
eran de alabastro sus cándidas manos
Mas,
en mis pesares de sueños de infante
Martillaban
crueles, en mi alma, las orlas
y
encajes de finas estampas
que
le daban forma de princesa y diosa
No
supe cuán lejana y sola mi vida quedaba
al
marcharme lejos. Rasgaba el silencio
de
niño marchito, una perla líquida
en
la tierra fértil de triste mejilla.
Los
días de infante se habían fugado
persiguiendo
sueños de infinitos pasos
quedaban
tan solo harapos regados
sueños
lisonjeros disueltos al viento
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