viernes, 19 de enero de 2018

Ileana Alamilla

Fue defensora, hasta su muerte, de los derechos fundamentales de los periodistas y de la ciudadanía en general.

Conocí a Ileana Alamilla en la flor de su adolescencia, en Chiquimula, en una visita que ella y su entonces novio, Adrián Zapata hicieran a esta tierra oriental. Era una hermosa muchacha, alegre, cariñosa y buena conversadora. De esto han transcurrido casi cincuenta años.
Más tarde, ya radicado en la capital, la vi muchas veces, antes y después del conflicto armado. Siempre junto a su esposo que, como dos gotas de agua, se habían fundido en ideales revolucionarios y en una conciencia social a toda prueba. Procrearon en ese clima de inestabilidad política, tres hermosos hijos: dos varones y una hembra.
La violencia extrema de los años setenta los hizo exiliarse en México. Desde ese hermano país, Ileana libraría una batalla constante, desde su trinchera de periodista, en favor del proceso de democratización de Guatemala. Recia de personalidad como era, luchó contra molinos de viento, contra fuerzas oscurantistas, contra un régimen de control total de la población, con tan solo el arma revolucionaria de su pluma; aquella pluma que este miércoles 17 de enero reposó para siempre en el tintero de la eternidad.
Al frente de Cerigua, la agencia de noticias sobre Guatemala en el exilio, Ileana hizo su más fructífero aporte periodístico que divulgaba al mundo, aun antes de que existieran las redes sociales, lo cruento de la guerra interna. Generó una red de comunicación alterna a la prensa nacional, dando cuenta de los enfrentamientos armados entre el Ejército y la guerrilla, así como de las violaciones a los derechos humanos en el país. Su voz se hizo sentir a lo largo y ancho del mundo, con su timbre valiente, directo, claro y decidido.
A su retorno a Guatemala luego de la firma de la paz, trasladó la agencia de noticias al país y comenzó una concienzuda labor de defensa al periodista, sin distingos de ninguna índole. Se interesó en monitorear los casos de violación a los derechos de los comunicadores, tanto desde sus espacios de opinión en medios nacionales y extranjeros como mediante boletines específicos, hubo denuncias contundentes que muchas veces hicieron retroceder las malvadas intenciones de sectores oscuros.
Dejó de lado su carrera de abogada para convertirse en comunicadora. Se graduó de licenciada en periodismo en la Universidad de San Carlos. Allí tuve el gusto de estrechar aún más nuestros lazos de amistad, misma que perduró durante todos los años subsiguientes. Como estandarte de la libertad de prensa, Ileana desempeñó tres veces el cargo de presidenta de la Asociación de Periodistas de Guatemala. Fue defensora, hasta su muerte, de los derechos fundamentales de los periodistas y de la ciudadanía en general. 
En su cuenta de Twitter Felipe Valenzuela apuntó: Los grandes y hermosos ojos de Ileana Alamilla seguirán viendo por los periodistas, desde el sitio que su alma elija para continuar el viaje.
Gracias Ileana, por tu sincera amistad y cariño. Que en paz descanses, amiga.

2 comentarios:

  1. Su pluma descansa para siempre en el tintero de la eternidad. Que en paz descanse.
    Sea esta columna del Dr Interiano, un pequeño homenaje a su labor incansable.

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  2. Una descripción somera pero sustanciosa de lo que fue Ileana Alamilla. Llega a lo más profundo del alma.

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Poema: LAS RANAS Y LOS GRILLOS

El periodista Carlos Enrique Morales Monzón produjo esta versión de mi poema Las ranas y los grillos. Se los dejo