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El joven
Budekin, de apenas 21 años fue puesto en prisión y en su defensa alega que
quienes se suicidaron, merecían morir.
Internet es, sin lugar a dudas, el
invento más trascendental en materia de comunicación que la humanidad haya
hecho hasta ahora. Esa extensísima madeja de mensajes que se entrecruza en el
espacio virtual ha puesto a los seres humanos a millones de años luz en materia
de intercambio simbólico con relación a las demás especies. Esta herramienta
rige la vida de empresarios, científicos, académicos, estudiantes y ciudadanos
en general.
Sin embargo, Internet también tiene
su lado obscuro. Es el espacio donde muchas personas con problemas mentales o
escasos valores éticos encuentran la oportunidad para sembrar la maldad dando
rienda suelta a sus bajos instintos. Este es el caso del joven ruso Phillip
Budeikin, quien en 2013 inventara un juego peligroso que llevó al suicidio a
muchos adolescentes. A esta travesura cibernética la llamó “La ballena azul”.
El citado artilugio consistía en 50 acciones
que el “administrador” le requería a quienes caían en su red, de las cuales no
podrían dejar de realizar so pena de atentar con algún miembro de la familia si
no se cumplían. Entre las instrucciones malvadas se le pedía hacerse marcas con
cuchillo en las manos y brazos, ver videos de terror, enviar a Budekin (el
líder) las muestras de las acciones realizadas. La última instrucción es más
que terrorífica: “Salta desde un edificio. Quítate la vida”.
La serie de instrucciones están
encadenadas de tal manera que finalmente inducen al suicidio. Son el resultado
de un proceso de manipulación de la conciencia dirigido a un segmento que constituye
una de las etapas más difíciles en la vida del ser humano: la adolescencia.
Ciertamente es en esta cuando se generalizan y se arraigan todos los procesos
de moda en los diferentes espacios: vestuario, música, hábitos, etc. A esto se
agrega un inusitado interés por ser aceptado en grupos sociales. En otras
palabras, presas fáciles de la manipulación.
El joven Budekin, de apenas 21 años
fue puesto en prisión y en su defensa alega que quienes se suicidaron, merecían
morir. De manera fría y enfática acuña un nuevo término digno de ser estudiado
por la sociología y la psicología contemporánea: basura biológica. En otras
palabras, un total desprecio a la vida de quienes cayeron en su trampa.
En Guatemala, el experto en redes
sociales, Sergio Morataya aconseja a los padres de familia mantener una
vigilancia de sus hijos a prudente distancia, y sin violar su derecho a la
intimidad, verificar de vez en cuando qué sitios web frecuentan, con quienes se
comunican, para detectar a tiempo los signos de cualquier conducta anómala.
Otro consejo útil sería estar atento
a los signos visibles en el cuerpo de los adolescentes, el tipo de tatuajes que
se han marcado, cicatrices o heridas recientes, conductas poco usuales en la
vida cotidiana, sus hábitos de consumo de alimentos, entre otros. Por un deseo
de ser aceptados en un grupo, los adolescentes son capaces de realizar
cualquier acción, aunque esté en riesgo su seguridad y su vida.
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