Ha dedicado medio siglo a cultivar este difícil arte de dibujar con palabras los más altos anhelos de la humanidad.
Conozco al poeta Gustavo Bracamonte hace casi medio siglo. Arropados en el regazo de nuestro querido Instituto Normal para Varones de Oriente, Chiquimula, escribíamos y publicábamos poesía en el periódico del colegio. Éramos muy jóvenes entonces. Él promoción 72, yo, 73.
Por circunstancias de la vida volvimos a encontrarnos en la ciudad capital en los años 80. Cada uno había recorrido buen trecho en el campo académico. Gustavo se había decantado definitivamente por la poesía, en sus primeros años, de corte revolucionario; luego, una propuesta mucho más desarrollada y abarcadora que su primera etapa.
La producción del poeta Bracamonte sobrepasa los veinticinco libros, una producción considerada frondosa en un país cuyo común denominador es no producir nada o muy poco, y menos en el campo literario; y mucho menos, poesía. De sus libros más recientes están, entre otros: El recurso de la mirada, Mujer de piel blanca, Pájaro del atardecer, Tratado del deseo, País desnudo, Concupiscente, Cuarto oscuro, Poemas de invierno, Poemas de la plaza, Ventanas y Sodoma.
En los próximos días estará presentando su más reciente libro Instrucciones para morir, conformado por 25 poemas de muy alta calidad estética. Basten algunos versos para comprobar lo que afirmo: Repite cada hora estás muriendo/sin menoscabo/de alguna sonrisa sorpresiva que te den en la calle,/dilo como soltando la vida a pausas de aves siniestras,/sin quejarte del dolor de huesos o de hígado (Poema Repite estás muriendo).
En el poema Toma las cosas con desenfado, el poeta teje hermosos versos: La muerte es hermosa si te asomas a las tardes/sin el sentido de la vida/o la presión del trabajo o de la edad,/superficial como esas hojas/que llevan los ríos repletos de basura y/el viento juega con el anverso del tiempo.
Una característica nueva de la poesía de Bracamonte es que, en este nuevo libro, la metáfora es moderada; sin embargo, usa la ironía como recurso literario para dar un toque de integralidad a la totalidad de sus poemas, insinuando que se trata de un manual para bien morir: de hastío, de amor, de aburrimiento, de lo que sea, pero morir tranquilo, sin sobresaltos.
Este año diversas instituciones están promoviendo al poeta Gustavo Bracamonte para que el Ministerio de Cultura le conceda el Premio Nacional de Literatura.
Creo que es una iniciativa que está dirigida a reconocer los altos méritos poéticos y literarios de quien ha dedicado medio siglo a cultivar este difícil arte de dibujar con palabras los más altos anhelos de la humanidad, o decir, en una frase, toda la angustia, el dolor, el sufrimiento, pero también la esperanza de quienes no tienen más destino que las vagas promesas de políticos, fariseos y mentirosos de distinta estirpe.
En manos de Bracamonte, el Premio Nacional de Literatura adquiriría una estatura de grandes dimensiones en el concierto de la poesía mundial.
Y lo has hecho muy bien y agradable. Mis respetos y felicitaciones por la certeza y versatilidad de tu pluma.
ResponderEliminarYo también lo propongo para el Premio Nacional de Literatura. Bracamonte es un poeta completo, con palabras de muy altos vuelos. Mi respeto y admiración. Gracias, Carlos Interiano por acercarnos a la lumbre de este poeta, cuyos versos son sumamente necesarios en un país de grietas abiertas.
ResponderEliminarCon una sola palabra lo describo: ADMIRABLE!
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