Pawel Kuczynski, ilustrador
La aporofobia
23/08/2019
Recuerdo que cuando cursaba tercer grado
de primaria, un compañerito me dijo, como insulto, lo siguiente: “Pero yo vivo
en una linda casa, en cambio usted es tan pobre, que vive en un zaguán. Me
dan asco los pobres”. Y aquella situación de pobreza, por supuesto, era cierta.
De aquella experiencia de
discriminación han pasado ya más de cincuenta años; sin embargo, fue tan
gráfica, simplista y directa la observación, que hoy, a pesar de que creo haber
superado muchos de mis traumas de la infancia, aún rondan en mi cabeza aquellas
palabras.
Tal anécdota viene a mi mente en virtud
de que recientemente me llegó un video en el cual una experta explica la
supuesta enfermedad que provoca que algunas personas, de alta alcurnia o de
escasos recursos –da igual–, sientan aversión por las personas pobres. Esta
enfermedad se denomina aporofobia. La experta explica dicho problema de una
manera muy práctica. Ella se preguntaba por qué cuando llegan los turistas a
algún país con sus respectivas divisas, los funcionarios asumen actitudes de
hospitalidad y observan buenas normas de conducta. En cambio, cuando los medios
de comunicación informan sobre la llegada de personas que van en busca de
trabajo, algunos funcionarios y ciudadanos asumen una conducta hostil. Se
justifica, incluso, que se construyan muros de contención social.
La pregunta fundamental que se hace la
experta es: ¿realmente molestan los extranjeros o los que molestan son los
extranjeros pobres? Cuando el rechazo es generalizado hacia los extranjeros
existe un término que desde hace mucho tiempo define el problema: xenofobia.
Pero cuando los que molestan son los pobres, ya sean extranjeros o del propio
país, el fenómeno es otro. Se trata de conductas aporofóbicas. Este término ha
sido registrado por la Real Academia desde el 2017.
La pobreza se invisibiliza, por lo cual
es importante que el problema reciba un nombre, y a partir de él, pueda
analizarse el fenómeno en su conjunto. La raíz, explica la experta, es que
vivimos en la sociedad del intercambio, del contractualismo. Los seres humanos
hemos sido formados para dar y recibir; tal es nuestra dinámica de vida. Pero
qué sucede con aquellas personas que, aparentemente, no tienen nada que
ofrecernos a cambio. Este es el aparente problema de los pobres. La palabra
aporofobia proviene del griego “aporos” que significa pobre y fobia, que
significa temor.
Este problema, sin embargo, puede ser
resuelto por medio del cambio de los modelos educativos, los que sabemos que
nos conforman nuestro cerebro desde los primeros años de la programación.
Reprogramar nuestra base cerebral es por supuesto, modificar también la
estructura cultural y económica, reconociendo que una persona, por muy pobre
que sea, siempre tendrá algo valioso que intercambiar con sus semejantes. Por
supuesto que algunos líderes mundiales y locales prefieren ver el árbol en vez
de ver el bosque en su conjunto. Quien tenga ojos, que vea, quien tenga oídos,
que escuche.
Carlos Interianohttps://dca.gob.gt/noticias-guatemala-diario-centro-america/wp-content/uploads/2019/01/CARLOS-INTERIANO.png
Considero que la fobia no es directamente por la condición de la persona sino por lo que los convierte o lo que su condición los lleva a ser. El pobre no tiene nada que perder!!. La pobreza en la ciudad los empuja a ser personas con actitudes no deseadas, la pobreza en los pueblos es diferente, en los pueblos no se siente esa fobia que se siente en la ciudad.
ResponderEliminarQuizá 90% de la humanidad nace siendo pobre.
Luis Interiano