Columna publicada en el Diario de Centro América el 29 de julio de 2016
Imagen de Google
En Guatemala, La
embajada siempre ha desempeñado un papel protagónico en la vida política,
económica y social.
Cuando escuchamos la frase “La embajada” rápidamente la
asociamos a los Estados Unidos de Norte América. A ellos les gusta llamarse
USA, sin el Norte. Eso los hace incluir a todo el continente.
En Guatemala, La embajada siempre ha desempeñado un papel protagónico
en la vida política, económica y social. Para nadie es un secreto que durante
muchas décadas la política de gobierno ha tenido que contar con su aval. Nada
se mueve en el país si no se tiene la opinión de esta sede diplomática, a
veces, la menos diplomática de las sedes cuando se trata de ejercer presión en
una u otra dirección.
Durante los años de la república bananera, La embajada
desempeñaba un rol de primer orden, velando por los intereses de la UnitedFruit
Company, contribuyó al derrocamiento de Jacobo Árbenz; durante el conflicto
armado, su papel fue fundamental, primero, apoyando al ejército en el combate
contra la insurgencia, posteriormente impulsando el retiro de la ayuda militar
a Guatemala por la denuncia de desmanes cometidos por éste. La embajada fue
clave para que saliera Jorge Serrano Elías del poder y últimamente Otto Pérez
Molina. Vigiló de cerca las acciones de todos los presidentes. Durante décadas,
La embajada ha decidido quién debe permanecer o salir del poder.
Esto ha provocado en muchos guatemaltecos un sentimiento de
rechazo a lo que hace y dice el embajador de turno, no importa su apellido ni
el color de su piel, ni su filiación partidaria. Basta leer los comentarios al
comunicado publicado recientemente por esta sede diplomática, en el cual da un
fuerte apoyo al gobierno del presidente Jimmy Morales.
El contenido de dicho comunicado destaca los principales
logros del actual gobierno en diferentes áreas de la vida nacional. Entre ellos
menciona la disminución de la tasa de criminalidad, la política de recaudación
de ingresos, la disminución del gasto público, el avance en el Plan de Alianza
para la Prosperidad, el proceso de solución de temas laborales con la OIT y el
Cafta-DR.
Destaca además, la no intromisión del gobierno en el trabajo
de los tribunales, contrario a lo que sucedía en algunos gobiernos anteriores.
También reconoce el papel del ejército en tareas de mantenimiento de carreteras
y otras actividades importantes.
El contenido del comunicado de La embajada no tiene discusión,
es objetivo. Basta con poner la vista por ejemplo, en el nuevo empeño de la SAT
como ente recaudador de impuestos; en la persecución de la delincuencia por
parte del ministerio de Gobernación; en la cuantiosa incautación de droga; en
el respeto a la independencia de poderes, solo para mencionaralgunos
casos. Seis meses son muy poco tiempo para producir cambios profundos. Ni
siquiera cuatro años son suficientes.
Lo que la gente no se traga mucho es que lo diga La embajada.
Aún se mantiene vivo en la memoria aquel chiste muy popular durante los años de
la guerra fría: ¿Sabe usted por qué en Estados Unidos no hay golpes de estado?
¡Porque allá no hay Embajada gringa!